viernes, 26 de abril de 2013

Frutas y verduras, ¿qué nos dicen los colores sobre ellas?



El color de los vegetales se manifiesta en la salud a distintos niveles, desde la protección cardiovascular, hasta la nutrición de la piel o la relajación muscular


Un menú con matices, en el que los platos llamen la atención por su color y su buen gusto, es la mejor receta para estimular el apetito y cuidar la salud. El color de los alimentos -en particular, de los vegetales- es una forma de clasificar lo que comemos. Desde el punto de vista científico se pretende dar sentido a estos grupos de frutas y verduras, como respuesta a su similitud en una serie de compuestos con destacadas propiedades saludables, médicas y nutricionales. De hecho, una investigación americana propone que la clasificación de los vegetales en cuatro grupos cromáticos (verde, blanco, naranja-rojo y morado-azulado) se use en la versión más actualizada de My Piramid, el sistema de orientación alimenticia americano (similar a la Pirámide de la Alimentación Saludable española). A continuación se explican las propiedades de los vegetales, según sus colores.

Colores en el plato: cuáles y por qué

Un estudio dirigido por investigadores holandeses de la División de Nutrición Humana de la Universidad de Wageningen (Países Bajos) ha comprobado el efecto preventivo y protector para la salud vascular de los vegetales según su color. En dicho estudio prospectivo, de 10 años de duración, participaron 20.069 hombres y mujeres de entre 20 y 65 años y libres de enfermedades cardiovasculares al inicio de la investigación. El trabajo sigue el criterio de una de las investigaciones más relevantes en relación al valor cromático de los alimentos, la llevada a cabo por Pennington y Fisher. La misma busca asociar a esta clasificación por colores un beneficio fisiológico añadido al que ya proporcionan las frutas o las hortalizas en general como grupo de alimentos por su valor nutricional. Los autores del estudio catalogaron los vegetales en cuatro grupos cromáticos: verde, rojo-anaranjado, morado-azulado y blanco, e identificaron en cada caso sustancias con efectos funcionales relevantes en la salud.

Vegetales verdes: magnesio y relajación muscular. Las verduras verdes como espinacas, brócoli, coles de Bruselas, lechugas (las de hoja más oscura), guisantes o judías son, en comparación con el resto, las más ricas en ciertos nutrientes como el magnesio. Una deficiencia del consumo de estos alimentos junto con el seguimiento de una dieta basada en alimentos refinados y un frecuente consumo de azúcares puede conducir a déficit de dicho mineral. El magnesio participa en el proceso de relajación muscular, de ahí que las consecuencias físicas de su deficiencia se manifiesten con sensación de cansancio sin una causa aparente que lo justifique, tensión muscular y calambres.

Naranja-amarillo intenso: antioxidantes que nutren y protegen la piel. Los carotenoides -tales como betacaroteno, astaxantina, licopeno y retinolson- son derivados de la vitamina A. Estos compuestos son muy efectivos como antioxidantes y se ha documentado que poseen propiedades fotoprotectoras al contrarrestar las alteraciones inducidas por los rayos UVA. Esto se traduce en capacidad para reducir o minimizar la flacidez de la piel y las arrugas. Las zanahorias, la calabaza, el boniato, el mango y la papaya son los vegetales con mayor concentración de dichos compuestos. Le siguen en importancia otras frutas y hortalizas como los cítricos (pomelo, naranja y mandarina), el melocotón y el albaricoque.

De color blanco: protección vascular. Los autores de la mencionada investigación holandesa comprobaron cómo un mayor consumo de frutas de carne blanca como las peras y las manzanas(las más consumidas por los participantes), se asoció a una mayor reducción del riesgo de accidente cerebrovascular o ictus. En este grupo cromático, además de frutas como las manzanas y las peras, se incluye el plátano y hortalizas y verduras como ajos, puerros, cebollas, endibias, pepino, setas y coliflor.

Rojo-morado: salud cardiovascular. Los flavonoides son los pigmentos colorantes más sobresalientes en las frutas y hortalizas de color rojo intenso y/o morado. A estos compuestos antioxidantes se suma otro con idéntico efecto y de presencia indiscutible en este grupo cromático de alimentos: el licopeno, de color rojo intenso, abundante en el tomate. A estas sustancias se les atribuyen propiedades preventivas en la salud cardiaca y coronaria, como la mejora del perfil de riesgo cardiovascular, tal y como queda recogido en la revisión de estudios epidemiológicos y clínicos realizada por el Departamento de Ciencias Nutricionales de la Universidad Estatal de Oklahoma (EE.UU). En la misma línea de destacar las propiedades cardiosaludables se perfila el ensayo dirigido por Cassidy y colaboradores, en el que comprobaron que la ingesta habitual de alimentos ricos en antocianinas y otros flavonoides contribuye a la prevención de la hipertensión por sus propiedades vasodilatadores.
También hay evidencia de que los carotenoides, pigmentos abundantes en este tipo de alimentos colorados, protegen la piel contra las quemaduras solares y aumentan la defensa contra la luz ultravioleta. Para lograr estos efectos saludables se aconseja la presencia diaria de alimentos coloridos como cerezas, uvas, fresas, bayas (frambuesas, moras, arándanos...), sandía. Entre las hortalizas se incluyen la remolacha roja, la col lombarda, el pimiento rojo (también el pimentón, un potente condimento antioxidante) y el tomate en todas sus presentaciones (al natural, en zumo y en salsa).

MAITE ZUDAIRE


miércoles, 24 de abril de 2013

Las 54 medidas que ponen al día la legislación alimentaria en España



El Real Decreto 176/2013 no solo modifica la fecha de caducidad del yogur, también afecta a productos de consumo tan común como el pan o conservas


En las últimas semanas se escucha y se lee por todas partes que se ha derogado la fecha de caducidad del yogur. Pero el Real Decreto 176/2013 es algo más que ese dato concreto. Es una puesta al día de la normativa nacional en la materia de acuerdo con los modelos de la Unión Europea. Yogur, pan, cárnicos, conservas, vegetales... y así hasta 54 medidas actualizadas. El artículo detalla en qué consiste la adecuación de la normativa y qué alimentos incluye.

La legislación alimentaria de las últimas décadas requería una adaptación a la situación actual en el seno de la UE. Por fin, el legislador nacional ha procedido a ello, de manera que se logra que se respeten los objetivos que la normativa comunitaria establece, objetivos en materia de higiene alimentaria a alcanzar sin desarrollar requisitos específicos, a partir de un análisis del riesgo y teniendo en cuenta que el operador económico es el principal responsable de la seguridad alimentaria.
Estas normas y RTS que se derogan de forma parcial no se basan en un análisis de riesgo, tal y como ahora se desarrolla en la actual legislación de la Unión Europea, ni tienen en cuenta los nuevos avances tecnológicos ni la nueva forma de legislar en la que se establecen objetivos de seguridad alimentaria en lugar de establecer requisitos muy específicos. Tras muchos años de espera, el legislador, con este cambio legislativo aporta simplificación legislativa, contribuye a evitar confusión normativa y facilita la actividad de las industrias alimentarias ya que aporta más flexibilidad en el cumplimiento de sus obligaciones en materia de higiene y seguridad alimentaria.
También debemos resaltar, sobre todo en los tiempos que corren, que este cambio legislativo desde un punto de vista económico es positivo, puesto que no generará sobrecostes a las industrias; al contrario, es una medida que favorece lo económico porque facilita el cumplimiento de los objetivos establecidos en la legislación vigente sin menoscabo de la seguridad alimentaria.

Adecuación de la normativa

El Real Decreto 176/2013 asegura que las industrias alimentarias españolas estén en la misma situación de competencia que las europeas
El objetivo que se logra con la nueva normativa es adecuar al Derecho de la Unión Europea de los requisitos de higiene de los productos alimenticios contemplados en las reglamentaciones técnico- sanitarias y en las normas de calidad de ámbito nacional. Es necesario que todos conozcamos que los reglamentos comunitarios no desarrollan de forma exhaustiva tales requisitos, y se limitan a formular una serie de objetivos en materia de higiene sobre la base de un análisis del riesgo existente en cada caso.
Ello permite que sean los operadores económicos quienes, como principales responsables de la seguridad alimentaria, decidan de qué manera van a garantizar el cumplimiento de los mismos.
La diferencia en el enfoque de la legislación de la Unión Europea, sobre todo desde 2004, y la de las RTS y normas de calidad españolas en cuanto a los requisitos de higiene, sin llegar a ser contrarios al Derecho de la Unión Europea, han sido considerados un obstáculo a la libre competencia. En este sentido, el Real Decreto 176/2013 es más que oportuno para asegurar que las industrias alimentarias de España estén en la misma situación de competencia que el resto de los operadores europeos.

Yogur, pan, cárnicos, conservas, vegetales

A todos nos llega la noticia de esta norma por la derogación parcial de la norma de calidad del yogur en lo concerniente a la fecha de caducidad, pero también hay que destacar otras medidas que se han tomado y que afectan a productos de consumo tan común como el pan, los productos cárnicos o las conservas vegetales. Hay que considerar en toda su magnitud el alcance del Real Decreto y la puesta al día que he mencionado respecto a cuestiones sobre higiene y seguridad alimentaria.
Esperamos que esta medida sea el inicio de una profunda y exhaustiva revisión del ordenamiento jurídico alimentario en España para que todas aquellas disposiciones que, de facto, ya están desfasadas y superadas por la legislación alimentaria de la Unión Europea, sean revisadas y derogadas o modificadas según convenga en cada caso.
Para que todos los consumidores puedan ser conscientes del alcance del Real Decreto 176/2013, puede revisarse en el enlace todas las medidas que muestran la profunda y exhaustiva revisión que se ha realizado.

JOSÉ MARÍA FERRER VILLAR


martes, 16 de abril de 2013

Objeciones a los beneficios de las semillas de chía como "superalimento"


Los estudios realizados no justifican ni el uso ni la publicidad sobre sus propiedades prometedoras para perder peso


 El supuesto potencial para ayudar a perder peso y bajar el colesterol son los dos mensajes más publicitados acerca de las semillas de chía. Sin embargo, ni científicos ni tecnólogos de alimentos tienen un conocimiento exhaustivo de su composición química ni de que las propiedades saludables que menciona sean tales. Las semillas de chía se venden cada vez más en herbolarios y tiendas especializadas como un "superalimento", del cual se conoce poco en nuestro país, pero al que se atribuyen propiedades excepcionales para la salud. Los estudios son escasos, aunque las perspectivas prometedoras sobre la calidad de sus ácidos grasos omega 3 propician que se piense en ellas como un futuro alimento o complemento dietético cardiosaludable.

Las semillas de chía (Salvia hispanica) llegan al mercado con una llamativa carta de presentación: un alimento exótico al que se atribuyen cualidades nutricionales y terapéuticas excepcionales de las que se benefician desde hace años quienes viven en el lugar donde es originaria la planta. Estas semillas tienen una larga historia entre los pueblos indígenas del centro y del sur de América. Han sido el alimento base de la dieta precolombina de la civilización azteca.

Beneficios en letargo

Los pocos estudios que han analizado la composición nutricional de estas semillas y del aceite extraído de ellas se han centrado en algunos de sus componentes, como los ácidos grasos omega 3 y, en particular, el lfa-linolénico, además de analizar su contenido en fitosteroles y compuestos antioxidantes. El beta-sitosterol, el fitosterol más reconocido por su capacidad para reducir los niveles plasmáticos de colesterol, es el más abundante en la planta y, junto con su contenido en ácidos grasos omega-3, explica que se destaque su capacidad para reducir el colesterol. Algunos laboratorios y empresas de alimentación y distribución se han hecho eco de esta prometedora composición química y estudian la fórmula para reivindicar su valor como alimento funcional para reducir el riesgo cardiovascular, entre otros beneficios potenciales.

Los estudios en humanos que han analizado el alimento son escasos en comparación con la gran publicidad que se le da

No obstante, la revisión más actual y completa llega de manos de investigadores del Natural Standard Research Collaboration (Somerville, Estados Unidos). En un estudio, publicado en septiembre de 2009, recogen las opiniones de expertos que analizan los supuestos mecanismos de acción saludables de estas semillas o de su aceite, las dosis terapéuticas, así como sus efectos adversos.
La conclusión a la que llegaron es que son escasos los estudios en humanos que han analizado el alimento, en comparación con la gran publicidad que se le da. Tan sólo dos estudios clínicos han examinado los efectos de las semillas de chía en la enfermedad cardiovascular (ECV). Uno de ellos demostró en animales de experimentación beneficios para algunos de los factores de riesgo como la hiperlipidemia, la hipertensión y la vasodilatación. Sin embargo, en el otro, dirigido por el Departamento de Salud, Ocio y Ciencias del Ejercicio de la Appalachian State University (Boone, Estados Unidos), en el que los sujetos (hombres y mujeres con obesidad) consumieron 50 gramos diarios de semillas de chía en dos tomas durante dos semanas, los resultados no fueron nada concluyentes.
Más reciente es el ensayo aleatorizado doble ciego controlado con placebo del Clinical Nutrition and Risk Factor Modification Centre (Toronto, Canada), aunque con una muestra muy pequeña (tan sólo 11 pacientes), en el que, tras el consumo de pan blanco enriquecido con semillas de chía en distinta proporción (7, 15 ó 24 gramos por 100 g), se confirma una mayor sensación de saciedad. No obstante, este dato no justifica ni el uso ni la publicidad que se hace de las semillas de chía como alimento que ayuda en la pérdida de peso.

Complemento para la alimentación animal

Las semillas de chía también se han estudiado como ingrediente para la alimentación animal. Se han realizado experimentos con gallinas y con cerdos en los que se ha comprobado que tanto los huevos como la carne mejoran el perfil de lípidos tras la adición de estas semillas a la alimentación animal. Se reduce el contenido de ácidos grasos saturados a favor de un aumento de los ácidos grasos insaturados, más saludables. Este aspecto puede tenerlo en cuenta la industria ganadera para la reformulación de los piensos animales con el fin de mejorar la densidad de nutrientes de los alimentos de origen animal y, por ende, la calidad nutricional de la carne.

OPORTUNIDAD DE NEGOCIO


En los últimos años, es común la venta de nuevos alimentos. La mayoría son frutas y plantas exóticas que no se cultivan por tradición en nuestro país ni entorno pero que, debido a la oportunidad de negocio que suponen, se comienzan a desarrollar diversas técnicas de cultivo, producción y distribución. Todas ellas tienen un denominador común: sus prometedoras propiedades nutritivas y, en particular, su contenido en antioxidantes, si bien muchas están todavía por clarificar. Es el caso de frutas en pleno proceso de expansión, como las conocidas bayas de goji y su zumo o el açai, y otras menos populares pero que en unos años llegarán a los mercados occidentales, como el kakadu, el camu-camu o la acerola, identificadas por ser hasta 100 veces más ricas en vitamina C que la naranja.
En la cuenca mediterránea, la granada y su zumo, los arándanos y, aunque menos conocido en la mesa, el madroño, son frutas que pueden compartir protagonismo indiscutible con las anteriores y que son objeto de estudio por su densidad y complejidad en antioxidantes.

MAITE ZUDAIRE





viernes, 12 de abril de 2013

GANADERÍA REVOLUCIONARIA CON AGUA DE MAR Y “MMS”



 

GANADERÍA REVOLUCIONARIA CON AGUA DE MAR Y “MMS”
Gracias al trabajo extraordinario de un ganadero valiente y a la vez inteligente, se va a poder evolucionar de una ganadería industrial   aberrante  a otra, donde al menos los animales no sean tratados indiscriminadamente con antibióticos, anti-inflamatorios , vacunas y demás arsenal farmacéutico.
 En estos momentos de cambios en la legislación europea en pro de una mejor calidad de vida de los animales en granja, no es casualidad que se les haya  pasado por alto el tema de la medicación y la alimentación que deben recibir.
Los poderosos lobys farmacéutico y alimentario tienen bien acotado el espacio en el que se puede mover la política comunitaria.
Con espaciar  un poco el hacinamiento actual de los animales de granja ya se dan por satisfechos.
 En cambio Roger Rabes “ el ganadero en cuestión” a dado un paso de gigante al cambiar la alimentación basura de sus animales,  hacia una sin transgénicos y con mas pasto seco y dando preventivamente y curativamente agua de mar a sus animales para prevenir y curar casi  todas las enfermedades que puedan aparecer.
Cuando algún animal , a pesar de todo cae enfermo y si es de temer por su vida, Roger a experimentado con resultados casi milagrosos el uso del MMS (Dióxido de Cloro), obtenido a partir de un mineral , el Clorito sódico, de coste ínfimo, mas un ácido (ácido cítrico o ácido clorhídrico) también obtenido a precios irrisorios.
Simplemente con una buena alimentación, agua de mar y Dióxido de cloro, prácticamente no conoce las bajas por enfermedad y consigue una carne sin ningún residuo químico farmacéutico. Ahorrándose además un montón de dinero en medicamentos inútiles.
Si la Unión Europea copiara los avances del sistema de producción que ha experimentado Roger, toda la Sociedad gozaría de una carne sin antibióticos , que como todos sabemos son en parte la causa de la resistencia observada en humanos de casi todos los antibióticos conocidos,  que hace exponernos a pandemias  de todo tipo sin disponer de efectividad de ninguno de los antibióticos utilizados tanto en humanos como en animales.
La experimentación además del Dióxido de cloro en animales sin ningún efecto secundario, pone en cuestión la prohibición de la Administración sanitaria española para uso en humanos, desaprovechando un producto que podría salvar muchas vidas de personas afectadas de infecciones graves, no controladas actualmente por casi ningún medicamento.

Josep Pamies

domingo, 7 de abril de 2013

Combatir la obesidad o la diabetes con hábitos regulares


 

Seguir un horario establecido para las comidas y el descanso es clave para disfrutar de buena salud



 "¿Quiere gozar de buena salud? Acuéstese temprano, descanse suficiente, respete los horarios de las comidas y, sobre todo, al mediodía, coma temprano". Así parece ser que rezarán en un futuro próximo las recomendaciones de los expertos para llevar una vida saludable. Y es que cada vez son más las evidencias que demuestran la importancia de los horarios en la salud. De hecho, varias líneas de investigación actuales se preguntan "cuándo" en vez de "cuánto". La cantidad y calidad de la comida y las horas de sueño no son solo importantes, sino que el momento del día en el que se realizan las actividades puede tener un papel significativo para combatir problemas de salud como la obesidad o la diabetes.

La alteración del reloj interno empeora la salud

Varias investigaciones recientes señalan que dormir y comer a deshora podría aumentar el riesgo a padecer trastornos como la diabetes tipo II, la obesidad, los desórdenes metabólicos y enfermedades cardiovasculares. Trabajar a turnos, comer fuera de horarios y entre horas, las actividades lúdicas nocturnas y la falta de horas de sueño son rutinas que se deberían minimizar para cuidar la salud.
El cambio continuo de los hábitos de sueño y alimentación puede generar cronodisrupción, una alteración en los ritmos circadianos que podría ser considerada como un factor de riesgo para muchas patologías.
La explicación la aportan diversos estudios epidemiológicos que demuestran que los trabajadores a turnos tienden a valores mayores de glucemia (glucosa en sangre), así como niveles elevados de insulina y triglicéridos. Se intuye que este aumento puede estar provocado por una alteración en los niveles de la melatonina, una hormona relacionada con el sueño. El trabajo a turnos significa tener unos patrones laborales que no siempre siguen el periodo diurno de ocho horas y esto provoca alteraciones en el sueño y en los hábitos alimentarios. Para evitarlo, se recomienda que se fomenten turnos que se ajusten lo mejor posible al patrón normal diario.

El cambio continuo de los hábitos de sueño y alimentación puede generar una alteración en los ritmos circadianos

La cronobiología es la ciencia que estudia los ritmos circadianos, conocidos como relojes internos del organismo. Son los ciclos responsables de una multitud de funciones fisiológicas, tales como el sueño y el apetito. El sistema marcha gracias a un mecanismo regulador central situado en el hipotálamo y a una serie de relojes secundarios autónomos repartidos por distintos órganos (corazón, hígado y páncreas).
El tejido adiposo contiene uno de estos relojes cuyo objetivo principal es regular su metabolismo. Cada día, los adipocitos (células grasas) realizan un balance entre la síntesis y la degradación de lípidos, así como la excreción de diversas hormonas denominadas adipoquinas, que están muy relacionadas con el apetito, la obesidad y la diabetes tipo 2.
Varios estudios recientes relacionan los genes circadianos con los genes encargados de regular el metabolismo, en concreto, la implicación de los relojes internos en la obesidad y el desarrollo otras enfermedades.

Salud y ritmo circadiano: apetito y sueño

Para adelgazar, no solo es importante la cantidad de calorías que se consumen, sino también cuándo se ingieren. De acuerdo con los resultados recientes de una línea de investigación que se sigue hace años, realizar la comida principal más temprano ayuda a perder peso cuando se hace dieta.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores siguieron el tratamiento de pérdida de peso durante 20 semanas en 420 personas que se dividieron en dos grupos: las que comían temprano al mediodía (antes de las tres) y las que lo hacían más tarde (después de las tres). Los resultados mostraron que el primer grupo tuvo una mayor facilidad para perder peso, pues los participantes no solo adelgazaron más, sino que también lo hicieron de manera más rápida.

Realizar la comida principal más temprano ayuda a perder peso cuando se hace dieta

En el estudio, publicado en enero de este año en la revista 'International Journal of Obesity', también se tuvieron en cuenta otros factores que podían influenciar en la pérdida de peso, como las calorías consumidas, el gasto energético, los niveles de hormonas del apetito y las horas de sueño. Observando estas variables, no se encontró diferencia significativa entre ambos grupos. Sin embargo, sí se halló en las personas que almorzaban tarde: tenían mayor actividad en las últimas horas del día, consumían desayunos menos energéticos y se los saltaban con más frecuencia.
Ya se conocía la relación entre el horario de alimentación y la regulación del peso en animales. No obstante, este estudio ha sido el primero en demostrar esta concordancia en humanos.
Por último, en la investigación también se analizaron genes que habían sido previamente relacionados con la obesidad y el funcionamiento de los ritmos circadianos. El análisis comprobó que el grupo que comía más tarde poseía de forma más frecuente una variante del gen "clock" asociada con la obesidad, el sueño alterado y el desorden en los horarios en general.
El trabajo lo han llevado a cabo científicos de la Universidad de Murcia, la Universidad de Tufts (Boston, EE.UU.) y la Universidad de Harvard (EE.UU.), y ha sido liderado por Marta Garaulet, doctora en Farmacia, Máster y Nutricionista. Garaulet ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a desarrollar un método en el que se enseña a los pacientes a adquirir buenos hábitos alimentarios y mantenerlos en el tiempo. También es autora de múltiples publicaciones científicas y libros en temas de nutrición, en concreto, sobre la obesidad.

         TERESA ROMANILLOS