miércoles, 27 de febrero de 2013

Obesidad y menopausia, ¿una pareja inseparable?


En la menopausia, la obesidad es un factor de riesgo de sufrir diversas enfermedades, como diabetes o cáncer


 La menopausia se asocia a un incremento de peso. A pesar de que los cambios propios de esta etapa tienden a la ganancia de kilos y a un cambio en la distribución de la grasa corporal, en realidad un aumento importante de peso está más relacionado con ingerir más energía de la que se gasta. A continuación se describe por qué la prevalencia de obesidad es más elevada en la menopausia y cuáles son los riesgos asociados al exceso de peso. También se dan varias pautas sobre la dieta recomendada para este tiempo.

La menopausia se asocia a un incremento de la grasa corporal. Según datos de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, AEEM, la proporción de grasa corporal, que a los 20 años es del 26%, sube al 33% a los 40 años y al 42% a los 50 años. A pesar de que en algunas mujeres se da un ligero cambio de la figura por el cambio en la distribución del tejido adiposo, en otras se produce un importante aumento de peso. Sin embargo, este estaría más relacionado con una mayor ingesta y una disminución del gasto energético, lo que favorece la ganancia de peso o el agravamiento de la obesidad.
Por otro lado, según datos del estudio "Obesidad y menopausia", realizado por el servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), algunas causas del incremento de peso durante la menopausia no tienen vínculo directo con la menopausia en sí, sino con la edad, y otras dependen de la disminución de los estrógenos endógenos.

Riesgos de la obesidad en la menopausia

En la menopausia la prevalencia de obesidad es más elevada. De hecho, el sobrepeso es un factor reconocido de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (la mayor causa de fallecimiento entre las mujeres menopáusicas es la enfermedad isquémica), la diabetes mellitus tipo 2 (por insulinorresistencia), trastornos del aparato locomotor (como osteoartritis) y algunos cánceres (de endometrio, mama y colon). Además, el peligro de contraer estas enfermedades incrementa de forma proporcional al aumento del Índice de Masa Corporal.

La obesidad predispone a que los sofocos y sudoraciones nocturnas surjan con mayor frecuencia e intensidad

Según la "Guía de Práctica Clínica sobre la Menopausia y Postmenopausia", de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y el Centro Cochrane Iberoamericano, el aumento de peso y la obesidad predisponen a que los sofocos y sudoraciones nocturnas surjan con mayor frecuencia e intensidad. Pero, según los autores, se desconoce si el perder peso puede disminuir el riesgo de padecerlos.
También se describe que el aumento de riesgo cardiovascular está asociado, sobre todo, al incremento de factores de riesgo que afloran con la edad. El envejecimiento, la hipertensión arterial, la dislipemia, la diabetes, el hábito tabáquico, el sedentarismo, la obesidad y los antecedentes familiares son los factores más importantes, y, hay que tener en cuenta, que se potencian entre sí.

Menopausia, obesidad y cáncer de mama

Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer, AECC, el cáncer de mama es el segundo en frecuencia en todo el mundo después del cáncer de pulmón. En nuestro país, se diagnostican unos 22.000 casos al año; esta cifra encarna casi el 30% de todos los cánceres en mujeres españolas. La mayoría se diagnostican entre los 35 y los 80 años, con un despunte entre los 45 y los 65.
Uno de los factores de riesgo asociados al cáncer de mama es la obesidad en la menopausia. Ante obesidad o sobrepeso, el exceso de tejido adiposo (en la menopausia, la mayor parte de los estrógenos proviene del tejido graso) puede aumentar la posibilidad de sufrir cáncer de mama. Además, las mujeres obesas tienen niveles de glucemia (azúcar en sangre) más elevados, que también se relacionan con el desarrollo de distintos cánceres, como el de mama.
Los estudios disponibles barajan distintas posibilidades: primero, parece que el riesgo de sufrir cáncer se incrementa en quienes suben de peso en edad adulta y parece que no sigue el mismo patrón en quienes han tenido exceso de kilos desde la infancia; y, por otro lado, que un exceso de grasa abdominal -además de ser un factor de riesgo cardiovascular, aumentar los niveles de colesterol y la tensión arterial- sería más peligrosa que la misma cantidad de tejido adiposo en muslos y caderas.
Según un reciente estudio, publicado en 'Cancer Research', las mujeres obesas podrían reducir el riesgo de padecer cáncer de mama después de la menopausia si, antes de entrar en esta etapa vital, evitaran un aumento de peso. Los autores señalan, además, que las mujeres obesas en la posmenopausia tienen mayor riesgo de sufrir cáncer de mama y de sufrir peores resultados clínicos ante la enfermedad que quienes, en la posmenopausia también, están delgadas.

Dieta para la menopausia: recomendaciones


A pesar de que los cambios hormonales y metabólicos propios de la menopausia tienden a un aumento de peso y a un cambio en la distribución de la grasa corporal, ante todo, hay que desterrar creencias como que este incremento y la menopausia van siempre de la mano o como que los kilos de más no se pueden perder o, como proclaman algunos mitos, incluso puede ser perjudicial hacerlo. En líneas generales ,la dieta para las mujeres en la menopausia no dista demasiado de las recomendaciones que debería tener en cuenta el resto de la población.
  • Asegurar el aporte de calcio, vitamina K y magnesio. Para ello, es idóneo consumir lácteos desnatados, pescado azul y verduras (sobre todo de hojas verdes).
  • Incrementar los niveles de vitamina D, que se encuentra en alimentos como la leche y los huevos. Asegurar una exposición solar diaria de 15 a 30 minutos, al menos, en cara y brazos.
  • Reducir la ingesta de sal.
  • Aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal por su contribución en fitoestrógenos, como las isoflavonas de la soja.
  • Elevar la ingesta de frutas, verduras y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos y disminuir el consumo de alimentos grasos.
Además de estos consejos dietéticos, los especialistas insisten en la importancia de seguir un estilo de vida saludable, abandonando hábitos tóxicos, como tabaco y alcohol, e incrementar la actividad física, que ayudará a mantener a raya los factores de riesgo cardiovascular y a mejorar el estado anímico de la mujer, además de favorecer el mantenimiento de su masa ósea y muscular para prevenir las fracturas y disminuir el ritmo del proceso de envejecimiento.

       MONTSE ARBOIX


viernes, 22 de febrero de 2013

Los niveles adecuados de vitamina D previenen algunos tipos de cáncer, como el de colon, mama y próstata


Ángel Gil, presidente de la Sociedad Española de Nutrición



Ángel Gil también preside el vigésimo Congreso Internacional de Nutrición 2013.
La vitamina D es más importante para el organismo de lo que se creía. Sus funciones van más allá de su contribución al desarrollo y mantenimiento del sistema músculo-esquelético, puesto que tener niveles adecuados es fundamental para no desarrollar enfermedades graves, como cáncer de mama, colon y próstata, diabetes, enfermedades cardiovasculares y autoinmunes, como la artritis reumatoide, o para combatir las infecciones. Dos son las fuentes fundamentales de obtención de esta vitamina: la exposición solar y el consumo de los alimentos, como algunos pescados (el salmón y la sardina) y los lácteos. Sin embargo, en los últimos años, el exceso de precaución frente al sol con el uso de cremas solares ha conducido a que incluso los residentes en países tan soleados como España tengan un déficit de esta sustancia. De hecho, se estima que en todo el mundo hay mil millones de personas con una concentración baja del metabolito de vitamina D, apunta en esta entrevista Ángel Gil, catedrático de Biología y Bioquímica Molecular de la Universidad de Granada y presidente de la Sociedad Española de Nutrición, con motivo del Workshop "Una actualización de los conocimientos actuales de la vitamina D", organizado por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) y celebrado en Santiago de Compostela. Gil preside también el vigésimo Congreso Internacional de Nutrición 2013 que dispone la Unión Internacional de Ciencia Nutricional (IUNS) en Granada.


La vitamina D se ha asociado al mantenimiento de la salud de los huesos, pero se ha descubierto que también tiene otras funciones. ¿Es así?

En realidad, la vitamina D más que una vitamina, es una hormona y como tal funciona: el organismo puede sintetizar una parte a partir del colesterol, sobre todo en el hígado, y luego, en su fase final, en el riñón; y cuando es un compuesto activo actúa casi sobre todas las células del organismo. Tenemos la capacidad de sintetizarla mediante la dieta y la exposición solar. Tiene una función fundamental en el desarrollo del sistema óseo y del tejido conectivo (tendones, sistemas intercelulares, etc.), pero no solo del propio individuo. Ahora se sabe que, al actuar en todas las células, también modula la expresión de muchos genes. Además, tiene una función hasta hace poco desconocida y de una importancia notable: es clave en el mantenimiento del sistema inmune.

¿Actúa de defensa?

"Más de mil millones de personas en el mundo tienen una concentración baja del metabolito activo de la vitamina D"

Ahora se conoce que ante procesos infecciosos es conveniente tener niveles de vitamina D elevados, y que contribuye y mejora los procesos de cicatrización de las heridas. Algunas enfermedades de carácter autoinmune dependen de tener los niveles correctos de vitamina D, que mejoran por acción del sistema inmunitario; también influye en las afecciones de la piel, como los eccemas, y las enfermedades de tipo alérgico. Cada vez se dispone de más datos que evidencian que niveles apropiados de vitamina D previenen algunos tipos de cáncer, como los de colon, mama y próstata, que son los más prevalentes en la población. Este es un aspecto muy importante.

¿Por qué previene algunos tipos de cáncer?

El cáncer es una proliferación celular no controlada de un determinado tipo de tejidos. La vitamina D tiene una influencia muy significativa en el ciclo celular y mantiene la actividad de determinada forma para preservar la salud, y activa algunos genes, los antiangiogénicos, que permiten el control de la proliferación celular de forma biológicamente estable. Así, su carencia hace que el control del ciclo celular se afecte y condicione un aumento de la producción del cáncer. Las relaciones íntimas de esta sustancia en el cáncer aún se investigan, pero esa es una de las razones.

¿Qué porcentaje de la población española tiene niveles inferiores a los adecuados de vitamina D?

"Las cremas solares con un factor de protección alto evitan el cáncer de piel, pero inhiben la síntesis de vitamina D en la piel"

De hecho, la hipovitaminosis D tiene una alta prevalencia mundial: mil millones de personas poseen una concentración baja del metabolito activo. España cuenta con una alta presencia de sol, pero no en todas partes. En Galicia, más del 25% de los niños y adolescentes tienen niveles insuficientes de esta sustancia y más del 39% de deficiencia. La prevalencia de la hipovitaminosis D es muy superior a la que se podría esperar. Hay una relación, sin duda, con la falta de radiación solar y por la baja ingesta. En la zona de Andalucía, en concreto, en Córdoba, donde se ha investigado a adolescentes, se ha detectado que un 25% tienen niveles insuficientes, y la baja exposición solar es una de las causas de este problema. Mucha población va a la playa y se aplica cremas solares que tienen un factor de protección alto para evitar el cáncer de piel, pero la consecuencia es que inhiben la síntesis de vitamina D en la piel, cuando tomar el sol es fundamental para sintetizarla.

¿Cuál debe ser la exposición al sol para obtener unos niveles adecuados de vitamina D?

La exposición solar necesaria varía según la hora, el día, el tiempo y las características de cada persona. De forma general, es de 15 a 30 minutos al día y, mucho mejor que tomar el sol de golpe, es la exposición repetida en el tiempo. En nuestro país, teniendo en cuenta la latitud, esos 15 o 30 minutos sería lo deseable. El problema, como le decía, son las cremas de protección solar.

¿Por qué impiden las cremas de protección solar la síntesis de la vitamina D necesaria?

"La exposición solar necesaria es de 15 a 30 minutos al día"

Porque llevan filtros de rayos ultravioletas y son justo estas radiaciones ultravioletas las que influyen en la síntesis de la vitamina D, que no se produce por la luz, sino por un tipo de luz particular, que es la ultravioleta. Aunque no hay que hacer un uso excesivo del sol y evitar estar mucho tiempo, también se sabe que la exposición al sol es importante para el ser humano.

¿Es cierto que basta con que esta exposición solar se produzca en las manos y la cara?

Lo deseable es que sea en todo el cuerpo, pero esto no siempre es posible y, en estos casos, al menos debe dar el sol en la cara y en las manos y en los brazos durante cierto tiempo. En verano y siempre que sea posible, en lugares como la playa, se debe procurar que la exposición sea de todo el cuerpo, aunque con cuidado de que no se prolongue demasiado.

¿Cómo se puede obtener la vitamina D a través de la dieta? ¿Son saludables los productos enriquecidos?

Algunos alimentos, de forma natural, tienen vitamina D. Así ocurre con la grasa de la leche; sin embargo, cuando se reduce su consumo, para evitar un exceso de energía, disminuye el aporte. Una opción es tomar alimentos lácteos suplementados hasta obtener los mismos niveles que tendría el producto natural. La leche desnatada o semidesnatada suplementada con vitamina D tiene un interés en este sentido; también se pueden consumir mantequillas enriquecidas y pescado en una cantidad importante para conseguir los niveles adecuados, sobre todo, azul, muy rico en esta sustancia. En general, los requerimientos son entre 400 y 600 unidades internacionales (UI) de vitamina D al día, aunque las embarazadas necesitan hasta 500 UI diarias, o los niños prematuros, hasta 1.000 UI al día. Sin embargo, tampoco hay que superar las cantidades recomendadas.

Medir los niveles de vitamina D


Los niveles de vitamina D se miden con un análisis del plasma sanguíneo en el que se busca el metabolito que resulta de su síntesis, el 25 calcifenol. Cuando una persona tiene una concentración de menos de 12 miligramos (mg) por mililitro (ml), se dice que padece una deficiencia severa; cuando está entre 12 y 20 mg/dl, que tiene deficiencia; entre 20 y 30, insuficiencia; y si tiene más de 30, se considera normal, informa Ángel Gil.
Sin embargo, en la práctica clínica habitual no se miden sus niveles sino la funcionalidad del organismo, de forma que el médico deduce, a partir de signos y síntomas, si se padece un déficit. La medición de sus niveles no se hace a través de un análisis de sangre ordinario, sino que hay que solicitar uno adicional y específico. Sin embargo, a menos que los pacientes formen parte de un subgrupo de la población con riesgo de deficiencia de vitamina D, como las mujeres postmenopáusicas, no es una costumbre frecuente.

      CLARA BASSI


miércoles, 20 de febrero de 2013

El peso ideal, ¿realidad o fantasía?



El concepto de 'peso ideal' o 'peso perfecto' es un gancho habitual de los promotores de las dietas milagro

Muchas personas consideran que la cifra que debe marcar su báscula de baño se parece al minúsculo hoyo de un campo de golf. Es decir, se enmarcaría en un estrecho rango de valores. Sin embargo, como se detalla en este artículo, se parece mucho más a la portería de un campo de fútbol... aunque sin portero. El concepto de "peso ideal" o "peso perfecto" es un gancho habitual de los promotores de las dietas milagro, y es muy aconsejable no tomarlo en consideración a la hora de evaluar nuestro peso. Para entender por qué, el siguiente reportaje indaga en el origen del "peso ideal", explica qué se entiende por peso normal, detalla cómo se alimenta el mito de tener un peso perfecto y cuánto nos cuesta, en dinero y en salud.

El origen del peso ideal

La compañía de seguros más grande de Estados Unidos, la Metropolitan Life Insurance Company, elaboró en 1943 unas tablas que relacionaban el peso de hombres y mujeres con su riesgo de mortalidad. Lo hizo para ajustar en base a ellas las cuotas de sus asegurados y las denominó con el desafortunado nombre "tablas de peso ideal". Ello generó malas interpretaciones y estigmatizó a las personas que no encajaban en ese quimérico peso. Así que la compañía, en 1959, para reparar el desaguisado, denominó a sus tablas con un calificativo más modesto: "peso deseable". Término que, de nuevo, no era en absoluto apropiado: la población malinterpretó que ese peso era el que minimizaba las enfermedades, optimizaba el rendimiento laboral o deportivo, o se traducía en una mejor apariencia física. No era el caso.
En 1983, la revista JAMA recogió una crítica metodológica de los conceptos "peso ideal" o "peso deseable" y aconsejó lo siguiente: "deben abandonarse". Ese mismo año, la aseguradora publicó, por tercera vez, sus tablas, pero esta vez sin adjetivo alguno. Ello resultó más agradable a los oídos de los expertos en nutrición o salud pública. Aunque no a todos: el epidemiólogo Ancel Keys, considerado el impulsor de la dieta mediterránea, cuestionó en 1986 ya no el adjetivo de dichas tablas, sino su validez científica.
Como se detalla a continuación, hoy sabemos que el rango de peso asociado a un menor riesgo de enfermedades es bastante amplio y no se limita a un estrecho margen de cifras, tal y como sugerían aquellas arcaicas tablas. Por desgracia, el concepto "peso ideal" ha perdurado hasta nuestros días.

¿Qué se entiende por peso normal?

Se considera que tenemos normopeso si nuestro IMC oscila entre 18,5 kg/m2 y 24,9 kg/m2

El peso normal se define hoy mediante un cálculo denominado "Índice de Masa Corporal" (IMC), sobre el que profundiza el artículo 'Subir de peso, ¿cuándo preocuparse?'. Para averiguar nuestro IMC debemos dividir los kilos que pesamos por nuestra altura, expresada en metros y elevada al cuadrado (esto es, multiplicada por sí misma). Se considera que tenemos "normopeso" si nuestro IMC oscila entre 18,5 kg/m2 y 24,9 kg/m2.
La horquilla de lo que se entiende por peso normal es muy amplia. Para verlo con claridad, imaginemos que alguien acude a la consulta de su dietista-nutricionista. Este calcula que la persona, que mide 1,70 metros, presenta un IMC de 18,5 kg/m2. Como se ha visto, estaría en el límite inferior de la definición de normopeso. ¿Cuál sería su peso con dicho IMC? Es un cálculo simple: 18,5 Kg./m2 x (1,7m x 1,7m). Pesaría 53,5 Kg. ¿Y si su IMC fuera de 24,9 Kg./m2 (el límite superior de la definición de normopeso)? Veamos: 24,9 Kg./m2 x (1,7m x 1,7m)= 72 Kg. Así, esta persona puede pesar 53,5 kg y estar en normopeso, y puede pesar 72 kg y estar todavía en normopeso. Su peso puede variar nada menos que 18,5 Kg. sin dejar de considerarse normal.
Ahora bien, incluso si padecemos sobrepeso (IMC igual o superior a 25) u obesidad (IMC igual o superior a 30), debemos tener presente que las personas con exceso de peso que realizan ejercicio físico de forma habitual pueden presentar menos riesgo de padecer enfermedades del corazón o cáncer que las personas sedentarias pero con peso normal. Este dato, aportado por dos estudios publicados en febrero y en septiembre de 2012, demuestra que el IMC no predice en todos los casos el riesgo de enfermedad o de mortalidad.
Si a ello le sumamos el indiscutible papel que desempeña en la salud seguir una alimentación saludable o evitar los efectos negativos del tabaco o del alcohol, es fácil entender el actual mensaje de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos: el peso saludable no es una dieta, sino un estilo de vida. Eso sí, no podemos obviar que las tasas de inactividad tienden a ser más frecuentes en personas con exceso de peso, que España es hoy uno de los países con más sedentarismo de la Unión Europea y que nuestra dieta se aleja a marchas forzadas de un patrón de dieta sana. Mejorar nuestros hábitos es una prioridad de salud pública.

El peso perfecto: cómo se alimenta el mito

El IMC lo utiliza la comunidad científica, de manera oficial, desde 1990 y hoy lo recomiendan todos los estamentos de referencia. No obstante, en diciembre de 2012, investigadores de la facultad de psicología de la Universidad de Sussex (Reino Unido), comprobaron que en occidente, junto a nuestra cultura del consumismo, convive todavía la fantasiosa idea de conseguir un "peso perfecto".
Así pues, las encuestas muestran que nuestras definiciones de qué es un peso normal se desvían de las propuestas por las autoridades sanitarias, tanto en hombres como mujeres. Muchas mujeres consideran que el peso ideal es la "súper delgadez". A la vista de estos datos, es lógico que numerosos adultos estén insatisfechos con su cuerpo y quieran perder peso, aunque tengan un peso normal.
  • Barbie, Ken y los medios de comunicación. Nuestra imagen distorsionada de lo que es un peso normal no solo es responsabilidad de aquel error de la Metropolitan Life Insurance Company. El patrón actual de las y los modelos de moda transmite un erróneo ideal de delgadez extrema, en el caso de las mujeres, o atlético, en el caso de los hombres. El cuerpo femenino que nos muestran los medios ha sufrido una profunda metamorfosis: es cada vez más "tubular" y más andrógino. Es decir, las mujeres son más altas, sus caderas son más estrechas y su cintura es más ancha. Un patrón alejado, por cierto, de lo que los varones consideran como atractivo. En todo caso, Allan y Barbara Pease afirman, con razón, que "cuando un hombre está con una mujer, generalmente se siente motivado por sus características físicas más destacables y está ciego a sus imperfecciones".
Podría evaluarse cómo ha evolucionado el ideal de mujer o de hombre mediante dos de los muñecos más conocidos por muchas generaciones de niños y niñas: Barbie y Ken. ¿Sabía usted que Barbie no ha dejado de adelgazar desde su aparición en 1959? Brownell y Napolitano (Universidad de Yale) calcularon que si una mujer quisiera parecerse a Barbie debería crecer 61 centímetros, aumentar su pecho en 12,5 centímetros, alargar su cuello en 8 centímetros y reducir su cintura en 15,2 centímetros. Para parecernos a Ken, los varones deberíamos crecer 51 centímetros, sumar 28 centímetros a nuestro tórax y abultar 20 centímetros el perímetro de nuestro cuello. Kafkiano.
  • Imagen irreal de lo que es un cuerpo normal. No resulta exagerado afirmar que nos rodea (seamos adultos o niños) un bombardeo de imágenes corporales que glorifican la juventud, de mensajes que vinculan la autoestima a la delgadez y de productos que prometen juventud eterna y belleza inmarcesible. Tal y como afirmó en Radio Nacional de España en julio de 2012 el escritor, ensayista y filósofo Santiago Alba Rico, la sociedad nos oculta a los ancianos, a las personas con invalideces o defectos, a las personas obesas y a las personas en cuyos cuerpos el paso del tiempo ha dejado huellas visibles. Huellas que son, para Santiago Alba, como el relato de una buena novela.
Los "realities" televisivos en los que se hacen cambios de imagen mediante cirugía pueden contribuir a los trastornos de comportamiento alimentario y a que distorsionemos nuestro concepto de peso corporal normal. Estudios publicados en 2008 y 2009 han observado que exponer modelos delgadas a chicas jóvenes disminuye, de forma inmediata, su satisfacción corporal, mientras que exponerlas a modelos con un peso normal o con sobrepeso no produce este efecto.
Esta imagen irreal de lo que es un cuerpo sano nos impulsa a aprehender de manera implícita (y errónea) el ideal de delgadez o de juventud como sinónimos del éxito, pero nos distancia de una saludable auto conciencia de fragilidad. No extraña, por tanto, que varios psicólogos especializados en la imagen corporal consideren que los medios de comunicación pueden aumentar nuestra insatisfacción corporal. Y existen más consecuencias negativas.

El precio a pagar por un cuerpo ideal

Los dos grupos más vulnerables a la búsqueda del cuerpo perfecto y el peso ideal son las mujeres mayores y los adolescentes

La búsqueda para alcanzar el cuerpo ideal viene acompañada de notables costes. Hay que contar con la inversión financiera: libros, revistas, consultoría profesional, material deportivo, inscripción a clubes deportivos, alimentos especiales, suplementos dietéticos, fármacos, cirugía estética, etcétera. También hay que contabilizar el tiempo invertido en intentar conquistar ese inasible "trono". Y, sobre todo, lo que invertimos en salud. Investigaciones publicadas en 1996, 2009, 2010, 2011, 2012 muestran que dicha búsqueda se puede asociar a:
  • La práctica de regímenes dietéticos inadecuados o de restricciones alimentarias injustificadas
  • Trastornos del comportamiento alimentario
  • Realización de ejercicio de manera compulsiva
  • Una creciente insatisfacción con el propio cuerpo
  • Sentimientos de culpabilidad o vergüenza
  • Más riesgo de aislamiento social, depresión, autolesión o incluso suicidio
Todo ello puede ser una gran fuente de infelicidad y tener un impacto muy negativo en la calidad de vida. Esto resulta preocupante en todos los grupos de población, pero los dos grupos más vulnerables son las mujeres mayores y los adolescentes; sobre todo, las chicas adolescentes.
  • Las mujeres mayores experimentan fuertes presiones para mantener su juventud y delgadez y se enfrentan a la imposible tarea de desafiar el proceso natural de envejecimiento.
  • En cuanto a las chicas adolescentes, se ha observado insatisfacción corporal hasta en niñas de 9-12 años de edad en los países occidentales, algo decisivo en el desarrollo de diversos trastornos del comportamiento. Hay investigadores que proponen que los padres deben limitar la exposición de los niños a los medios de comunicación, promover la alimentación saludable y la actividad física, y fomentar la participación de los niños en actividades que aumenten su autoestima.
El peso ideal o el peso perfecto pueden definirse, en resumen, como un absurdo constructo intelectual, o como una resbaladiza entelequia.

El peso ideal en personas con exceso de peso


Hoy se sabe que es casi imposible que una persona con exceso de peso alcance el mal llamado "peso ideal". Lo cierto es que el objetivo de conseguir un peso corporal normal en el tratamiento de la obesidad está obsoleto. Proviene de épocas pasadas en las que la obesidad no era vista como una enfermedad crónica.
El enfoque del exceso de peso debe ser realista (reducir el peso corporal en un 5-15% durante un período de tiempo prolongado) y debe tener presente que toda enfermedad crónica conlleva en sí misma la vulnerabilidad a la recaída, aunque se haya conseguido un éxito momentáneo. Deberíamos focalizar más esfuerzos en mantener nuestro peso y no tantos en perderlo. De nuevo, Ancel Keys declaró en 1986 algo que sigue vigente hoy en día: el objetivo de perder peso para llegar a un punto "ideal" da vida a un grandísimo negocio: el de la cosmética, el de los productos farmacéuticos o para-farmacéuticos, el de los institutos de belleza, el de la cirugía plástica, el de las terapias alternativas y un largo etcétera.


JULIO BASULTO

lunes, 11 de febrero de 2013

LA FIBRA



El interés por la fibra en nutrición humana aparece con fuerza a partir de los trabajos de Burkitt y cols., que se interesan por la relación que parece existir entre el consumo inadecuado de fibra y el aumento progresivo de enfermedades degenerativas en las sociedades desarrolladas1.
La fermentación de la fibra, por parte de las bacterias colónicas, va a tener efectos beneficiosos tanto directos como indirectos para la salud.
Se sabe que la flora intestinal coloniza el tracto del niño desde los primeros días de su nacimiento, como consecuencia del contacto con el ambiente. Va a ir cambiando a lo largo del tiempo por diversos factores externos como la dieta, medicación, clima, estrés etc., aunque se mantiene en relativo equilibrio en el individuo sano hasta edades avanzadas.
Existe una clara relación entre la actividad biológica de las bacterias, los metabolitos producidos en la fermentación de la fibra y la fisiología del ser humano.
Debido a los beneficios que pudieran derivarse de la manipulación de la flora intestinal a través de la ingestión de algunos tipos de fibra, se abren unas espléndidas perspectivas en investigación, que probablemente se traduzcan en nuevas y más concretas recomendaciones en los próximos años.

RESUMEN

Actualmente y después de treinta años de investigación, la fibra dietética forma parte de lo que se considera una dieta saludable. No existe todavía una definición única que englobe los distintos componentes de la fibra dietética y sus funciones. Los factores mayoritarios de la fibra son los hidratos de carbono complejos y la lignina, aunque nuevos productos pueden ser, en el futuro, incluidos en el concepto de fibra. Las fibras dietéticas alcanzan el intestino grueso y son atacadas por la microflora colónica, dando como productos de fermentación ácidos grasos de cadena corta, hidrógeno, dióxido de carbono y metano. Los ácidos grasos de cadena corta representan no solo una forma de recuperar energía, sino que van a estar implicados en otras funciones beneficiosas para el organismo humano. Aunque no existen todavía datos concluyentes sobre la recomendación de los distintos tipos de fibra, sigue siendo adecuado indicar una dieta que aporte de 20-35 g/día de fibra de diferentes fuentes. Existe consenso en recomendar mezcla de fibras o fibra tipo polisacárido de soja en el estreñimiento. Hay pocos datos concluyentes, todavía, acerca del beneficio de la fibra en la prevención del cáncer colorrectal y la enfermedad cardiovascular. Pero una ingesta rica en fibra es recomendable desde los primeros años de la vida, ya que a menudo va acompañada de un estilo de vida que a largo plazo ayuda a controlar otros factores de riesgo.

Propiedades de la fibra dietética

Aunque se considera que deben desaparecer de la nomenclatura sobre fibra términos como soluble/insoluble, fermentable/no fermentable y viscosa/no viscosa, estas propiedades son la base de sus beneficios fisiológicos por lo que desde un punto de vista práctico sería una clasificación apropiada, tal como lo plantea García Peris y cols., derivándose conceptos ampliamente aceptados como: fibra fermentable, soluble y viscosa y fibras escasamente fermentables, insolubles y no viscosas8.
Estas propiedades dependen de la composición de la fibra concreta que estemos administrando, no de la fibra en general.
El grado de solubilidad en agua es muy variable para las distintas fibras.
Las fibras solubles en contacto con el agua forman un retículo donde queda atrapada, originándose soluciones de gran viscosidad. Los efectos derivados de la viscosidad de la fibra son los responsables de sus acciones sobre el metabolismo lipídico, hidrocarbonado y en parte su potencial anticarcinogénico.
Las fibras insolubles o poco solubles son capaces de retener el agua en su matriz estructural formando mezclas de baja viscosidad; esto produce un aumento de la masa fecal que acelera el tránsito intestinal. Es la base para utilizar la fibra insoluble en el tratamiento y prevención de la constipación crónica. Por otra parte también contribuye a disminuir la concentración y el tiempo de contacto de potenciales carcinogénicos con la mucosa del colon9.
Parece que también el tamaño de la partícula de la fibra puede influir en su capacidad de captar agua; serán factores influyentes el procesado del alimento, como por ejemplo la molturación de cereales, y la masticación.
Asimismo es interesante resaltar que la retención hídrica se ve también afectada por los procesos de fermentación que puede sufrir la fibra dietética en el intestino grueso10.
Es probablemente la fermentabilidad, la propiedad más importante de un gran número de fibras, ya que de ella derivan multitud de efectos tanto locales como sistémicos.
La fermentabilidad está bastante relacionada con la solubilidad de cada fibra.
La fibra dietética llega al intestino grueso de forma inalterada y aquí las bacterias del colon, con sus numerosas enzimas de gran actividad metabólica, pueden digerirla en mayor o menor medida dependiendo de su estructura. Este proceso de digestión se produce en condiciones anaerobias, por lo que se denomina fermentación11. En el colon se dan fundamentalmente dos tipos de fermentación: fermentación sacarolítica y fermentación proteolítica.
Los principales productos de la fermentación de la fibra son: ácidos grasos de cadena corta (AGCC), gases (hidrógeno, anhídrido carbónico y metano) y energía.
Los polímeros de glucosa son hidrolizados a monómeros por acción de las enzimas extracelulares de las bacterias del colon. El metabolismo continúa en la bacteria hasta la obtención de piruvato, a partir de la glucosa, en la vía metabólica de Embdem-Meyerhoff. Este piruvato es convertido en ácidos grasos de cadena corta (AGCC): acetato, propionato y butirato, en una proporción molar casi constante 60:25:15. En menor proporción también se producen: valerato, hexanoato, isobutirato e isovalerato. Se puede calcular por ejemplo que 64,5 moles de glúcidos fermentados producen 48 moles de acetato, 11 moles de propionato y 5 moles de butirato12,13.
La fermentación proteolítica produce derivados nitrogenados como aminas, amonio y compuestos fenólicos algunos de los cuales son carcinogénicos.
Más del 50 por ciento de la fibra consumida es degradada en el colon, el resto es eliminado con las heces.
Todos los tipos de fibra, a excepción de la lignina, pueden ser fermentadas por las bacterias intestinales, aunque en general las solubles lo son en mayor cantidad que las insolubles. La celulosa tiene una capacidad de fermentación entre el 20 y el 80%; la hemicelulosa del 60 al 90%; la fibra guar, el almidón resistente y los fructooligosacáridos tienen una capacidad del 100%. El salvado de trigo sólo el 50%.
Por otra parte, la propia fibra, los gases y los AGCC generados durante su fermentación, son capaces de estimular el crecimiento del número de microorganismos del colon. Se estima que la ingesta regular de 20 gramos/día de goma guar (muy fermentable) incrementaría en un 20% el peso de las heces, con la ventaja del efecto masa y anticarcinogénico que esto supone.
La ingestión de fructooligosacáridos (fibra funcional) puede multiplicar por diez la representación numérica de las bifidobacterias14, en lo que se ha denominado efecto prebiótico: "componentes no digeribles de la dieta que resultan beneficiosos para el huésped porque producen el crecimiento selectivo y/o la actividad y/o de una o un número limitado de bacterias del colon"15,16.
Ciertos géneros bacterianos como Bifidobacterium y Lactobacillus se han asociado con efectos beneficiosos para la salud17. Las bifidobacterias liberan grandes cantidades de ácido láctico que disminuye el pH colónico, controla el crecimiento de bacterias perjudiciales y ayuda al huésped a eliminar el amonio tóxico. También produce vitaminas, principalmente del grupo B.
Otras bacterias como Escherichia colli, Klebsiella, Fusobacterium, Bacterioides y Clostridium son potencialmente patógenos por ser proteolíticos y producir toxinas18.
Algunas fibras serían selectivamente metabolizadas por unas bacterias y no por otras, con lo que ejercerían un efecto trófico sobre las primeras.
En voluntarios sanos, la suplementación con 15 g/día de inulina o fructooligosacáridos (FOS) de una dieta controlada durante dos semanas, produjo un incremento significativo de bifidobacterias en heces, mientras disminuyó la producción de Bacterioides, Clostridiumy Fusobacterias19.
Como ya se comentó, los ácidos grasos de cadena corta son los productos principales de la fermentación bacteriana de carbohidratos y proteínas. Cuando llegan suficientes carbohidratos al colon, la fermentación proteica y de aminoácidos se reduce y la mayor parte de la proteína es utilizada por la biomasa bacteriana, reduciéndose así los productos de fermentación proteica (amonio, compuestos fenólicos, etc.), algunos de los cuales son tóxicos para el individuo.
Los ácidos grasos de cadena corta se absorben rápidamente en más del 90% por el colonocito (en su forma protonada) por lo que también se acompaña de una importante absorción de sodio y agua20, lo que disminuye la diarrea que se asocia a la mala absorción de carbohidratos.
El orden de utilización de los AGCC por el colonocito es butirato > acetato > propionato21.
El butirato es rápidamente utilizado por los colonocitos, metabolizándose hasta CO2, cuerpos cetónicos y agua. Es su principal fuente de energía, estimula la producción de moco, la absorción de iones y la formación de bicarbonato. Asimismo el butirato ejerce acciones antiinflamatorias especificas en el colon, disminuyendo la producción de algunas citoquinas proinflamatorias (TNF), modulando la actividad del factor de trascripción NF-êB en células colónicas in vitro22.
Por otra parte se sabe que el butirato puede actuar como regulador de la expresión de genes involucrados en la proliferación y diferenciación del colonocito23,siendo distinta esta estimulación según sean células normales o neoplásicas. El butirato inhibe específicamente la proliferación del compartimiento superficial de las criptas colónicas, que es considerado un fenómeno paraneoplásico24. Por tanto, el butirato podría ejercer un papel importante en los mecanismos de defensa en contra de la carcinogénesis en el intestino grueso.
El propionato no metabolizado por la mucosa colónica, junto con el acetato, llegan al hígado a través del sistema porta.
El propionato es metabolizado en el hígado actuando de precursor en la gluconeogénesis y la lipogénesis.
El acetato es metabolizado dando glutamina y cuerpos cetónicos (acetoacetato y α-hidroxibutirato), que alcanzan el intestino delgado. La glutamina es el principal fuel respiratorio del intestino delgado25.
Una parte del acetato puede ser metabolizado en los tejidos periféricos, esencialmente en el músculo, para obtener energía.
Por todo lo anteriormente señalado, la fibra también es considerada un sustrato energético, aceptándose por la FAO un valor promedio de 2 kcal/g.

 Efectos fisiológicos de la fibra

La fibra va a jugar un papel en todas las funciones del sistema digestivo desde la masticación hasta la evacuación de las heces.
Las dietas con un contenido en fibra elevado requieren más tiempo de masticación por lo que enlentecen la velocidad de deglución y esto implica una mayor salivación que va a repercutir en la mejora de la higiene bucal.
A nivel del estómago las fibras solubles, como consecuencia de su viscosidad, enlentecen el vaciamiento gástrico y aumentan su distensión prolongando la sensación de saciedad.
En el intestino delgado la fibra soluble, nuevamente por la formación de soluciones viscosas, enlentece el tiempo de tránsito. También aumenta el espesor de la capa de agua que han de traspasar los solutos para alcanzar la membrana del enterocito, lo que provoca una disminución en la absorción de glucosa, lípidos y aminoácidos26. Asimismo, se producirá una disminución en la absorción de los ácidos biliares ya que estos se unen a los residuos fenólicos y urónicos en la matriz de los polisacáridos. Esto puede alterar la formación de micelas y la absorción de las grasas. Como consecuencia de la depleción de ácidos biliares pueden disminuir los niveles de colesterol, al utilizarse éste en la síntesis de novo de nuevos ácidos biliares27.
La absorción de determinados minerales como el calcio, hierro, cobre y zinc pueden disminuir si se ingieren dietas muy ricas en fibra.
Algunos minerales pueden formar compuestos insolubles con elementos constitutivos de la fibra, como los fitatos de los cereales, los tanatos presentes en las espinacas, habas, lentejas y plátanos o los oxalatos de la coliflor y las espinacas. Pero los minerales pueden ser liberados por el metabolismo bacteriano de estos compuestos en el colon. Aunque la absorción de los minerales es más lenta en el colon que en el intestino delgado, se pueden llegar a absorber cantidades importantes.
La absorción del calcio ha sido ampliamente estudiada viéndose que el calcio atrapado y trasportado hasta el colon se libera al hidrolizarse la fibra por efecto de las bacterias colónicas. Los ácidos grasos de cadena corta producidos facilitan la absorción de este calcio a través de las paredes del colon e incluso de las del recto28.
Se han realizado estudios tanto en chicos adolescentes como en chicas próximas a la menarquia y se ha visto que al enriquecer su dieta con fructooligosacáridos en un caso y con inulina y fructooligosacáridos en el otro se incrementaba la absorción de calcio29,30.
También se han realizado estudios en mujeres menopáusicas enriqueciendo la dieta con lactulosa y con galactooligosacáridos, observándose un aumento en la absorción de calcio sin dar lugar simultáneamente a un incremento en la excreción urinaria. Esto sugiere que estos compuestos pueden incrementar la captación de calcio por el hueso o bien pueden haber inhibido la resorción ósea31,32.
Los resultados de estos estudios son prometedores en cuanto a la biodisponibilidad del calcio observada tras la suplementación con prebióticos, sobre todo en etapas de mayor requerimiento como la adolescencia y la posmenopáusea.
Son necesarios más estudios en personas con requerimientos elevados de minerales (hierro, magnesio, calcio) para confirmar estos esperanzadores resultados. Es necesario poder comparar entre sí los distintos prebióticos y la posible asociación de probióticos-prebióticos que pudieran tener un efecto sinérgico respecto a la biodisponibilidad de los minerales y de los oligoelementos.
Los efectos fisiológicos de la fibra a nivel del colon están estrechamente relacionados con su propiedad de fermentabilidad y efecto prebiótico, como ya se comentó anteriormente.

 Efectos adversos de la fibra

La fermentación de la fibra por las bacterias anaerobias en el colon, puede producir: flatulencia, distensión abdominal, meteorismo y dolor abdominal. Estos efectos son especialmente acusados con los FOS y GOS. Se recomienda que el consumo de fibra se realice de forma gradual para que el tracto gastrointestinal se vaya adaptando.
Se han descrito algunos casos de obstrucción intestinal y de formación de fitobezoares con la ingestión de osis altas de fibra no fermentable, especialmente cuando existe un escaso aporte hídrico.

 Efectos de la fibra dietética en las enfermedades gastrointestinales y sistémicas

Desde la publicación de los trabajos de Burkitt y Trowell, diversos estudios epidemiológicos, han llamado la atención sobre los beneficios que el consumo habitual de fibra tiene sobre distintas enfermedades.

Estreñimiento

El consumo de fibra mejora el estreñimiento leve y moderado, debido al incremento de la masa fecal. Esto es así tanto con la fibra soluble como con la insoluble.
La fibra insoluble, poco fermentable, es la que aumenta en mayor grado la masa fecal debido a los restos de fibra no digeridos y a su capacidad para retener agua.
La fibra soluble, y en general fermentable, aumenta la biomasa bacteriana y la retención de agua.
El aumento del volumen fecal y el consiguiente estiramiento de la pared intestinal, estimulan los mecano-receptores y se producen los reflejos de propulsión y evacuación.
Las sales biliares y los ácidos grasos de cadena corta también estimulan la motilidad y aceleran el tiempo de tránsito intestinal.
Los gases producidos en la fermentación aumentan la masa fecal al quedar atrapados en el contenido intestinal e impulsan la masa fecal al actuar como bomba de propulsión.
En caso de estreñimiento severo la fibra puede ser a veces contraproducente, como en pacientes con lesiones de médula espinal o tránsito especialmente lento.
Según recientes estudios la recomendación de la fibra para el estreñimiento sería un Nivel de recomendación: A33.

Diarrea

La fibra altamente fermentable, con la producción de AGCC, implica que al ser absorbidos se arrastre también sodio y agua. Esto se ha demostrado útil en los casos de diarrea, contribuyendo así mismo al mantenimiento de la función de barrera intestinal.
En ocasiones, con la toma de antibióticos, se rompe el equilibrio entre los diferentes tipos de bacterias del intestino causando un descenso de los lactobacilos y bifidobacterias. Éstos son los que protegen de la colonización por patógenos, produciéndose infecciones por gérmenes oportunistas (fundamentalmente Clostridium difficile) provocando diarrea. Parece que el asociar a la dieta fibra fermentable, esencialmente FOS e inulina, juega un papel importante a la hora de controlar este tipo de diarrea34.
Asimismo, tanto en este tipo de diarrea como en las provocadas por virus y esencialmente la producida por rotavirus en niños, el uso de probióticos, microorganismos vivos no patógenos, que tienen un impacto significativo en la composición de la microflora intestinal tanto cualitativa como cuantitativamente y que pueden inhibir el crecimiento de la flora patógena, han demostrado fectos tanto preventivos como terapéuticos35,36.
Hablaríamos de un nivel de recomendación A33, no obstante, se hacen necesarios más estudios de larga duración para poder conocer su verdadero papel.

Colitis ulcerosa

La colitis ulcerosa es una enfermedad inflamatoria del intestino que afecta a la capa mucosa del colon. Cursa con brotes repetidos de diarrea sanguinolenta, dolor abdominal y fiebre. Es de etiología desconocida aunque probablemente multifactorial. Roediger37 fue el primero en proponer que en la colitis ulcerosa existía un defecto en la oxidación de los AGCC por parte del colonocito.
Dado que es el colon distal la zona que más se afecta en la colitis ulcerosa y es allí donde el colon es más dependiente del butirato, parece razonable esta asociación. Estudios realizados in vitro, han demostrado que la fermentación por la flora bacteriana colónica de semillas de Plántago ovata producen un aumento de AGCC, especialmente de butirato. Este tipo de fibra es fermentado lentamente a lo largo de todo el colon, manteniendo niveles elevados de butirato incluso en el colon distal.
Fernández-Bañares38 realiza un estudio sobre 102 pacientes con colitis ulcerosa en remisión, comparando la eficacia de las semillas de Plantago ovata con la de la mesalamina. El estudio demostró que la administración de 10 g de esta fibra, tenía una eficacia similar en el mantenimiento de la remisión que el tratamiento con el derivado de 5-ASA. Este efecto beneficioso se asoció con un incremento en la concentración de butirato en el colon distal.
En estudios llevados a cabo en enfermedad activa, se a visto que cuando se asocia fibra procedente de cebada germinada a derivados del 5-ASA o corticoides, los pacientes experimentan una mejoría en los parámetros clínicos analizados y se prolonga el tiempo de remisión39.
Los resultados de los estudios han sido más alentadores al emplear la fibra en la dieta que en forma de enemas, ya que los beneficios probablemente dependen de que el butirato esté más tiempo en contacto con la mucosa.
Se necesitan más estudios para confirmarse estos efectos beneficiosos, estando actualmente en un nivel de recomendación B33.

Diverticulosis

La enfermedad diverticular es muy frecuente en los países occidentales y esto se ha asociado con una baja ingestión de fibra.
Cuando existe un residuo insuficiente, el colon responde con la generación de contracciones más fuertes para poder propulsar distalmente el pequeño volumen de contenido intestinal. La fibra ayudaría a disminuir la presión intraluminal del colon, evitando la formación sacular a través de la pared intestinal.
La fibra insoluble más útil en la enfermedad diverticular parece ser la proveniente de frutas y verduras y en menor grado la procedente de los cereales integrales40.

Cáncer colorrectal

Burkitt describió una asociación inversa entre el consumo de fibra y el riesgo de cáncer de colon al comparar los patrones de alimentación en Inglaterra y África oriental41. Desde esa época se han realizado múltiples estudios con resultados a veces contradictorios42.
En el Nurses Health Study, con 88.757 mujeres de 34 a 59 años seguidas durante dieciséis años, no se encontró asociación entre la ingesta de fibra dietética y el riesgo de cáncer colorrectal. Aunque, si con el elevado consumo de carnes y grasa.
El European Propective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC), estudio de ámbito mundial que incluyó casi 520.000 personas con un seguimiento durante seis años, relacionó inversamente la toma de fibra en dosis alta con la incidencia de cáncer de intestino grueso, donde el mayor efecto correspondía al colon izquierdo y el menor al recto.
En una reciente revisión de Cochrane, se analizan cinco estudios con 4.349 pacientes no encontrándose pruebas que sugieran que una mayor ingesta de fibra dietética reduzca la incidencia o recurrencia de pólipos adenomatosos en un periodo de dos a cuatro años43.
Inicialmente se consideró que los efectos sobre el bolo fecal y la velocidad de tránsito intestinal que provocaba la fibra, podían ser la causa de su beneficio. Pero actualmente, existen cada vez más pruebas de que los AGCC y en especial el butirato, son los que pueden tener una función protectora por sus efectos sobre la proliferación celular, la apoptosis y la expresión genética. Por otra parte, la fibra se sabe que tiene capacidad de fijar los ácidos biliares evitando su conversión en ácidos biliares secundarios, algunos de los cuales se considera procarcinógenos. También es conocido el hecho de que al disminuir el pH del colon se inhibe la actividad del enzima 7-α-hidroxilasa que convierte los ácidos biliares primarios en secundarios.
A pesar de que no existen todavía datos concluyentes, sí existe acuerdo para recomendar, desde una edad temprana, incorporar a la dieta cantidades de fibra de 30-35 g diarios, especialmente procedente de fruta y cereales junto a otras medidas de carácter general como las propuestas por la Sociedad Americana contra el Cáncer con la finalidad de prevenir el cáncer colorrectal.

Enfermedad cardiovascular

El efecto de la fibra soluble sobre la reducción de los lípidos es probablemente el mejor conocido. Lo que no está claramente establecido es el tipo de fibra más recomendable.
El National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel (NCEP ATP III), recomienda el aumento de la ingesta de fibra viscosa para disminuir el colesterol sérico y reducir el riesgo de cardiopatía44. Establecen una cantidad de fibra soluble de 10-25 g y2 g/día de fitoesteroles.
El consumo regular de 20-30 g/día de fibra total, reduciría el riesgo de enfermedad cardiovascular entre un 12 y un 20%.
El informe más amplio sobre fibra dietética y enfermedad coronaria, consiste en un análisis que agrupa once importantes estudios. Se observó que el efecto era mayor para la fibra soluble/viscosa que para la insoluble. La fuente de fibra era la fruta (pectina). Se asoció una reducción del 30% del riesgo de enfermedad coronaria por cada 10 g/día que se aumenta el consumo de la fibra de fruta45.
La ingesta regular de fibra viscosa, tiene efectos beneficiosos sobre el control de colesterol con un nivel de recomendación A33, pero la fibra es solo un factor de los muchos que están implicados en la enfermedad cardiovascular.
Los mecanismos propuestos para explicar los beneficios de la fibra estarían en relación con la capacidad de limitar la absorción del colesterol intestinal y con la acción quelante sobre las sales biliares. Asimismo, se ha visto que el propionato, tras ser absorbido desde el colon a la circulación portal, puede actuar inhibiendo la HMG-CoA reductasa, disminuyendo así la síntesis endógena de colesterol.

Diabetes

En los últimos treinta años múltiples estudios han demostrado que la administración de fibra dietética podía reducir los niveles de glucemia en pacientes con diabetes tanto tipo 1 como tipo 2.
La Asociación Americana de Diabetes (ADA) sigue recomendando un consumo de fibra entre 20-35 g/día tanto soluble como insoluble para mantener un mejor control glucémico e insulínico.
Parece que la fracción soluble es la más eficaz en el control de la glucemia. Los mecanismos que se proponen son: 
- retraso en el vaciamiento gástrico; 
- disminución en la absorción de glucosa al quedar atrapada por la viscosidad de la fibra y ser entonces menos accesible a la acción de la amilasa pancreática; 
- producción de AGCC: el propionato influiría en la neoglucogénesis reduciendo la producción hepática de glucosa. El butirato podría actuar reduciendo la resistencia periférica a la insulina al reducir la producción de TNFα. Como es bien sabido, la resistencia a la insulina es uno de los factores más importantes implicados en el síndrome metabólico46. Es importante también tener en cuenta que la insulina tiene, además de su acción metabólica, un efecto sobre el endotelio vascular que facilita la progresión de la aterogénesis.


E. Escudero Álvarez y P. González Sánchez
Unidad de Dietética y Nutrición. Hospital La Fuenfría. Madrid.