miércoles, 4 de diciembre de 2013

Parabenos, qué son


Los parabenos son conservantes muy utilizados en cosmética, alimentación y farmacia y, pese a que su uso está autorizado de forma legal, varios expertos defienden que se ha de restringir su empleo

Los parabenos o parabenes son conservantes antimicrobianos que se utilizan desde hace muchos años para preservar diversos productos de las industrias cosmética, alimentaria y farmacéutica. Por ser muy buenos conservantes y muy económicos, se han empleado en una amplia gama de productos y es difícil evitar exponerse a ellos, ya que están presentes en innumerables artículos. Pero, ¿resultan nocivos los parabenos para la salud? ¿Qué efectos tiene sobre la piel? ¿Son cancerígenos? En el artículo se responde a estas dudas y se aporta evidencia científica al respecto.

Qué son los parabenos

Los parabenos o parabenes son un tipo de compuestos químicos o moléculas inoloras, incoloras, no volátiles, pertenecientes a cinco tipos de familias (metilparabeno, etilparabeno, propilparabeno, butilparabeno y bencilparabeno), baratas y útiles por sus propiedades frente a distintos tipos de microbios. Fueron descubiertos como antimicrobianos en 1924. Son sobre todo eficaces frente a hongos y levaduras, pero también frente a bacterias. Y gracias a su acción antimicrobiana, se aplican desde hace más de 80 años y de manera muy amplia como conservantes para preservar en buen estado alimentos y bebidas, cosméticos y medicamentos.

A pesar de que los parabenos son los conservantes más utilizados, los casos de sensibilización frente a ellos son muy raros

Entre los alimentos, su uso está autorizado en productos de confitería, patés, aperitivos a base de patata y almidón y frutos secos recubiertos; en una gran cantidad de cosméticos como cremas faciales, desodorantes, lociones corporales y artículos de maquillaje; y en muchos medicamentos, como en jarabes, supositorios, soluciones oftálmicas, contraceptivos, corticoides tópicos, anestésicos locales y heparinas, entre otros ejemplos que se recogen en la completa revisión 'Parabenos: Mitos o realidad', de Luis Conde-Salazar Gómez, Blanca Díaz Ley y Felipe Heras, del Servicio de Dermatología del Instituto de Salud Carlos III, de Madrid.
Según esta misma revisión, si se tienen en cuenta todos los productos que pueden contenerlos, entre alimentos, cosméticos y farmacéuticos, se calcula que un individuo adulto, de unos 60 kilogramos de peso, puede estar expuesto a 76 miligramos de parabenos al día (1,26 mg/kg/día). Es casi imposible esquivar su presencia en multitud de productos de uso cotidiano, a menos que se recurra a cremas u otros cosméticos sin parabenos o parabenfree. Cabe entonces preguntarse si resultan inocuos o perjudiciales para la salud humana.

Alergias por parabenos

La sensibilización de la piel a los parabenos comenzó a describirse en los años 40. La reacción más frecuente es la dermatitis de contacto alérgica a los productos que se aplican por vía tópica, es decir, sobre la piel. Cuando ocurren, se producen eccemas de contacto en zonas de piel dañada, pero no al tomarlos por vía oral o darlos sobre la piel sana. Para comprobar que una persona tenga esta reacción alérgica se pueden realizar pruebas de alergia epicutáneas (con parches).
En los años 60 y 70 se les atribuyó casos de eccemas de contacto yatrogénicos, graves y perdurables, según la revisión del Instituto de Salud Carlos III, lo que propició que la industria cosmética se afanara en lanzar productos sin parabenos o parabenfree. Sin embargo, los autores de la revisión señalan que aquellos casos se produjeron porque entonces se encontraban en los productos en altas concentraciones, mientras que, en la actualidad, las concentraciones permitidas están reguladas, son bajas y no pueden superar el 0,8%.
Esta diferencia explica que hoy, a pesar de que los parabenos son los conservantes más utilizados, los casos de sensibilización frente a ellos son muy raros. La capacidad de sufrir una reacción alérgica ante estos conservantes es baja en la población, del 1% o menos, según diferentes estudios. De hecho, de acuerdo a este autor, presentan las tasas de sensibilización más bajas dentro de los conservantes comunes. La mayor sensibilización se produce frente al metilparabeno, y la menor, al bencilparabeno. Por este motivo, ¿está justificado el temor a los parabenos y a los productos que los llevan?

Saltan las alarmas: ¿son cancerígenos?

 

No se ha visto por el momento una relación directa de causa-efecto entre el uso de desodorantes y el desarrollo de cáncer de mama

En los años 90 surgió una nueva polémica relativa a estos conservantes: el uso de desodorantes que contenían parabenos se comenzó a relacionar con el cáncer de mama, a raíz de un estudio científico publicado en 'Journal of Applied Toxicology' en 2004 por un grupo de la Universidad de Reading (Reino Unido). Se pensaba que al aplicar los desodorantes por vía tópica, estos se absorbían de forma percutánea (a través de la piel) y llegaban, por proximidad, hasta la mama donde provocaban el desarrollo de un tumor. Al menos, esa fue la idea que caló entre la población.
Sin embargo, lo que los científicos encontraron fue parabenos en muestras de tejido mamario, pero no se ha visto por el momento "una relación directa de causa-efecto entre el uso de estos cosméticos, los desodorantes, y el desarrollo de cáncer de mama", dice Ana Rita Rodrigues, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén, de Madrid, y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Dicho estudio, que hizo saltar las alarmas, abrió el debate científico y fue muy discutido entre la comunidad científica. El Comité Científico de la Comisión Europea también se posicionó en este sentido indicando que no existe vinculación demostrable entre su uso en productos cosméticos y el cáncer de mama. Al parecer, otros trabajos encontraron que podrían tener una acción hormonal similar a la acción de los estrógenos.
"Cuando se inició la polémica, la industria farmacéutica empezó a propagar y a desarrollar nuevos cosméticos sin parabenos. Los sustituyó por otros conservantes que pueden provocar más problemas a nivel cutáneo. Pero se tiene que ser muy cauto, porque las concentraciones de estos compuestos están muy reguladas. Se asegura que no sobrepasen determinados valores con controles de calidad, existe una amplia experiencia de uso y aún no se ha establecido una relación de causa-efecto entre su utilización y el desarrollo de un cáncer de mama, como para prohibirlos. En cambio, la experiencia con estos nuevos conservantes es menor y son más caros", afirma Ana Rita Rodrígues.
No obstante, el Comité Científico de la Comisión Europea ha evaluado su seguridad con respecto a su posible efecto estrogénico. Su conclusión ha sido que para algunos parabenos no se puede garantizar un margen de seguridad adecuado a las dosis autorizadas en la actualidad. Por este motivo, la Comisión Europea ha hecho pública una consulta en la que pone de manifiesto su voluntad de mantener la autorización de uso de los parabenos más habitualmente utilizados, reduciendo la concentración máxima autorizada de los de cadena larga (propil y butil paraben).

CLARA BASSI



sábado, 23 de noviembre de 2013

Cinco hábitos dietéticos que predisponen a la diabetes


La diabetes tipo 2 va en aumento y afecta ya a más de 255 millones de personas, aunque el 90% de los casos podría evitarse con un estilo de vida saludable

Hay quien compara a la diabetes tipo 2, o diabetes "del adulto", con un tsunami. Es una patología rara en niños (aunque cada vez es más frecuente, debido a las elevadas tasas de obesidad infantil), a diferencia de la tipo 1, que suele presentarse en la infancia. En la primera, el cuerpo no aprovecha bien la glucosa de los alimentos y eso se traduce en que los niveles de glucosa de la sangre están demasiado elevados, algo muy arriesgado para la salud a largo plazo. Las cifras de esta enfermedad, en claro aumento, no dejan lugar a dudas: es una epidemia. Es una patología que afecta, a nivel mundial, a más de 255 millones de personas. Dado que supone la cuarta causa de muerte en los países desarrollados vale la pena evitar a toda costa los hábitos que incrementen el riesgo de padecerla. El presente texto se centra en los hábitos dietéticos que pueden promover su aparición.

Diabetes: cinco hábitos para revisar

Más de 300 millones de personas padecen diabetes en la actualidad. De ellas, el 85% presentan la llamada "diabetes del adulto" o diabetes tipo 2. Y los pronósticos no son halagüeños: se estima que en 2025 se sumarán a esta lista 33 millones de personas más, y que del 30% al 40% de los europeos padeceremos diabetes a lo largo de nuestra vida, según la Sociedad Europea de Cardiología. Razones todas para revisar nuestros hábitos dietéticos y modificar aquellos que predisponen a padecerla.

      Tomar a menudo bebidas azucaradas. Los mal llamados "refrescos" incrementan el riesgo de diabetes. "Mal llamados" porque es una denominación con una connotación positiva, que puede dar a entender que su consumo no solo es inocuo, sino que tienen una capacidad de refrigerar nuestro cuerpo superior a la de la barata y saludable agua fría. El estudio más reciente que relaciona la diabetes tipo 2 con el consumo de bebidas azucaradas se publicó en abril de 2013 en la revista 'Diabetología'. Se constató que tomar el equivalente a una lata de refresco al día puede aumentar un 22% el riesgo de padecer diabetes tipo 2. La investigación evaluó ocho cohortes europeas (350.000 participantes) que participan en el Estudio Prospectivo Europeo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC). La doctora Dora Romaguera, una de las responsables del estudio, realizó unas contundentes afirmaciones para Diario Médico: "Teniendo en cuenta el aumento en el consumo de bebidas azucaradas en Europa, se deben enviar a la población mensajes claros sobre el efecto contra la salud de estos refrescos".

Beber zumos de forma habitual. Es bastante conocido que las bebidas azucaradas incrementan el riesgo de diversas patologías, como es el caso de la obesidad. No tan conocido, sin embargo, es que los zumos incrementan el riesgo de diabetes. Es lo que observó en agosto de 2013 un análisis de la dieta de 12.198 voluntarios, publicado en la revista British Medical Journal. Como era de esperar, el consumo de fruta entera disminuyó el riesgo de padecer diabetes, mientras que el consumo de zumos de fruta lo incrementó. En este artículo de EROSKI CONSUMER se detalla que no conviene tomar a menudo zumos de fruta, aunque sean caseros, ya que ello puede suponer (en función de la frecuencia y el volumen) asumir diversos riesgos para la salud a largo plazo, sobre todo en niños.

Consumir de forma frecuente carnes procesadas. Cada vez hay más pruebas de los riesgos del consumo habitual de carnes procesadas, tales como carne ahumada, curada, salada o a la que se han añadido conservantes. En este grupo entran el jamón, el tocino, las salchichas, el salami los "perritos calientes" y similares. Un estudio epidemiológico llevado a cabo en Francia, que siguió a 66.118 mujeres durante 14 años, observó una relación clara entre el consumo de cárnicos procesados y el riesgo de padecer diabetes. Una reciente investigación publicada en la revista American Journal of Epidemiologyn relaciona su ingesta con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas. Así pues, no extraña que entidades de referencia como el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, en su siglas en inglés) propongan "evitarlas". Para el WCRF está probado que evitar las carnes procesadas (además de no tomar más de 500 gramos de carnes rojas a la semana) disminuye el riesgo de una enfermedad tan grave como la diabetes: el cáncer de colon.

Basar la dieta en refinados. Un metaanálisis hecho público en octubre de 2013 (European Journal of Epidemiology) por investigadores del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Noruega observó un mayor riesgo de diabetes ante un mayor consumo de alimentos refinados, como el arroz blanco. Así, mientras que consumir alimentos integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc.) disminuye el riesgo, los refinados pueden aumentarlo. La conclusión de los autores es clara: "Nuestros resultados apoyan las recomendaciones de salud pública para reemplazar los granos refinados con granos enteros y sugieren que se deben consumir al menos dos raciones de granos integrales por día para reducir el riesgo de diabetes tipo 2".

 Acudir con frecuencia a los 'fast-food'. El más reciente consenso español de prevención y tratamiento de la obesidad señaló que "el consumo de fast food de forma habitual (más de una vez a la semana) puede contribuir al incremento de la ingestión energética y a la ganancia de peso y obesidad". Por ello aconsejó "limitar el consumo habitual (frecuencia de más de una vez a la semana) de fast food", o comida rápida. La ganancia de peso es uno de los principales determinantes del riesgo de diabetes, tal y como mostró una rigurosa investigación publicada en Diabetes Research and Clinical Practice en septiembre de 2010.

Prevenir la diabetes: ¡mejorar el estilo de vida!


El estilo de vida, del que forma una parte importantísima la alimentación, desempeña un papel crucial en la prevención de la diabetes tipo 2, o diabetes "del adulto". Nueve de cada diez casos de diabetes son prevenibles, según el Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, tal y como puede comprobarse en la edición de febrero de 2006 de la revista Public Health Nutrition.
Harvard considera que realizar actividad física de forma regular, no fumar, seguir una dieta sana e intentar mantener un peso saludable puede evitar el 90% de casos de diabetes tipo 2. Esto nos lleva al doctor Ben Goldacre, autor del recomendable libro 'Mala ciencia', quien, entrevistado por El País, respondió a la pregunta "¿cuál es el error médico más extendido?", con la siguiente frase: "No saber detectar si algo en tu estilo de vida te genera problemas. Se necesitan ideas muy sencillas que no se enseñan en los colegios. Esa es la tragedia".

JULIO BASULTO



martes, 5 de noviembre de 2013

La falacia de los antioxidantes


No hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad



Los antioxidantes presumen de aportar numerosos beneficios para la salud. Están presentes en diversas frutas y hortalizas, cuyo consumo está recomendado como base de una alimentación saludable. Acerca de esto, no hay dudas. Otra cosa son los suplementos antioxidantes que toma un porcentaje nada despreciable de la población. ¿Son también saludables? ¿Presentan los mismos beneficios o, por el contrario, entrañan riesgos? ¿Es correcto afirmar que un suplemento antioxidante ayuda a prevenir la mortalidad? En el presente texto se detalla por qué en septiembre y en octubre de 2013, dos prestigiosas entidades sanitarias de cardiología y oncología han advertido de la falta de beneficios claros y de los riesgos (algunos graves) de consumir de forma habitual suplementos de antioxidantes.

Antioxidantes: tras los pasos de la falacia en sandalias de piel

Una falacia es una trampa lógica; un razonamiento que a primera vista parece válido, pero en realidad no lo es. Dicho de manera sencilla, la "afirmación del consecuente" -así se la denomina- consiste en sacar conclusiones falsas o erróneas a partir de dos premisas verdaderas. Por ejemplo:
  • A: Las personas de la cuenca del Mediterráneo en 1950 solían llevar sandalias de piel (verdadero).
  • B: Dichas personas tenían menos riesgo cardiovascular que las americanas, que no acostumbraban a llevar tales sandalias (verdadero).
  • Calzarse sandalias de piel previene, por lo tanto, el infarto (falso).
Suena descabellado, claro, pero no difiere mucho de otros razonamientos similares, como el que concluye que tomar vino previene la mortalidad cardiovascular porque la alimentación de los países de la cuenca del Mediterráneo incluía vino en cantidades moderadas y en dichos países la mortalidad cardiovascular era menor. En el caso de los antioxidantes ocurre algo parecido. Las frutas y las hortalizas tienen antioxidantes, y consumir frutas y hortalizas previene la mortalidad (según la OMS, su baja ingesta ocasiona 1,7 millones de muertes anuales). Todo esto es cierto, así que resulta tentador afirmar que consumir sus antioxidantes dentro de una bonita cápsula prevendrá la mortalidad. Pero, ¿es así? ¿Tomar suplementos antioxidantes resulta saludable o es, en cambio, la consecuencia de una trampa lógica? Antes de esgrimir tales razonamientos (y, sobre todo, de llevarlos a la práctica) debemos estar seguros de que no estamos ante una falacia y recordar que la veracidad de las premisas de un razonamiento no garantiza la verdad de la conclusión.

Verdades contrastadas sobre el consumo de antioxidantes

Algunas falacias, como hemos visto, son más difíciles de detectar que otras. No todos los errores lógicos son obvios. Para evitar las zancadillas al razonamiento, se recurre a la llamada "medicina basada en pruebas" o "medicina basada en la evidencia", que se fundamenta en datos científicos contrastables y juiciosos, con el objetivo de que los tratamientos sanitarios no se basen en suposiciones o creencias falaces. Una de las más importantes (quizá la más importante) entidades de referencia en la medicina basada en la evidencia es la Colaboración Cochrane.
En marzo de 2012, su revista científica The Cochrane database of systematic reviews publicó un estudio titulado "Suplementos de antioxidantes para la prevención de la mortalidad en personas sanas y en pacientes con varias enfermedades". A semejante título, publicado en semejante revista, solo le faltaba el redoble de tambores que precede a un fusilamiento. Porque la conclusión de la investigación (revisión sistemática y meta-análisis), que escrutó toda la literatura científica sobre el tema (mucha), fue que no hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad. No solo eso, sino que los suplementos de vitamina A, de beta-carotenos (antioxidantes, que además son precursores de la vitamina A) y de vitamina E pueden incrementar el riesgo de morir de manera prematura.
Es un dato de una importancia capital porque, según los autores del estudio, alrededor del  personas) estaría consumiendo los suplementos evaluados. Es decir, muchas personas podrían estar muriendo de forma prematura a causa de una laxitud legislativa y una falta de control sanitario de los "suplementos naturales", tal y como detalló este artículo de EROSKI CONSUMER. La revisión Cochrane no se olvida de mencionar, en este sentido, que "los suplementos de antioxidantes no son sometidos a los mismos estudios rigurosos de toxicidad que otros agentes farmacéuticos".
Esta investigación entierra la vieja teoría de "los radicales libres y el envejecimiento", según la cual anular dichos radicales (moléculas inestables, generadas por el metabolismo de nuestras células) aumentaría la longevidad. Podría, de hecho, ocurrir incluso al revés, tal y como apuntaron en 2011 Ristow y Schmeissner. Los autores de la revisión Cochrane postulan una hipótesis para justificar sus observaciones: los suplementos de antioxidantes interfieren con mecanismos defensivos esenciales que nuestro cuerpo pone en marcha cuando tenemos una enfermedad en la que está implicado el estrés oxidativo: apoptosis, fagocitosis y desintoxicación. Afirman que "no comos capaces de concretar qué mecanismos bioquímicos específicos justifican los efectos perjudiciales", pero sí detallan que el aumento de la mortalidad es atribuible, sobre todo, a eventos cardiovasculares y cáncer.
Esto nos lleva a un par de textos recién publicados por dos entidades de referencia en medicina cardiovascular y medicina oncológica (relacionada con el cáncer). En septiembre y octubre de 2013, tanto la American Heart Association como el National Cancer Institute han desaconsejado la utilización de los suplementos de antioxidantes. Ambas organizaciones recomiendan basar la alimentación en alimentos de origen vegetal, sin recurrir a pastillas o cápsulas, por más naturales que sean. El porqué de los beneficios de dicha estrategia suscita interesantísimas discusiones científicas, aunque puede que sea porque se desplaza el consumo de alimentos superfluos, tal y como recoge un artículo, publicado en este mismo canal.
La revisión Cochrane no se olvida de mencionar que, debido a que solo se ha examinado la influencia de los suplementos de antioxidantes, sus hallazgos no deben aplicarse a los efectos potenciales de frutas y verduras. En otras palabras, no discute los beneficios de la dieta basada en alimentos de origen vegetal, sino que cuestiona los riesgos de "envasar" la alquimia de la naturaleza.

JULIO BASULTO / LAURA CAORSI


lunes, 21 de octubre de 2013

El papel del psicólogo en el tratamiento del exceso de peso


Algunas personas no consiguen seguir hábitos alimentarios adecuados debido a factores psicológicos

El sobrepeso o la obesidad no son solo problemas físicos. Se ven influidos por factores psicológicos, como el hecho de sufrir una depresión o padecer problemas de ansiedad. Por eso, el psicólogo puede desempeñar un papel fundamental para ayudar a perder peso. El artículo explica cómo puede colaborar un psicólogo en la lucha contra el sobrepeso.

Cada vez hay más personas con sobrepeso u obesidad. Según la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, el 17% de los adultos españoles padece obesidad y el 37% tiene exceso de peso. Esto significa que el número de obesos ha aumentado más del doble en los últimos 25 años. Aunque es cierto que muchas personas tienen una predisposición biológica a sufrir estos problemas, muchas otras podrían mantenerse de manera fácil en su peso correcto, si comieran de una forma sana y equilibrada y practicaran ejercicio físico con regularidad.

Factores psicológicos que influyen en la conducta alimentaria

Algunas personas no consiguen seguir hábitos alimentarios adecuados debido a factores psicológicos. Como señala Isaac Amigo, catedrático de psicología de la Universidad de Oviedo, "el estrés y las alteraciones emocionales como la ansiedad provocan cambios en la conducta alimentaria".

Además de la ansiedad que puede generar el estrés, los problemas depresivos también predisponen al aumento excesivo de peso

Los alimentos que se buscan para intentar calmar los nervios contienen más calorías y son ricos en azúcar y grasas. Es decir, que son los que más predisponen hacia la ganancia de peso. "Parece que existe un mecanismo fisiológico que explica esta preferencia. Este tipo de alimentos frenan a corto plazo el efecto del cortisol, la hormona que provoca los síntomas del estrés crónico", añade el experto.
Además de la ansiedad que puede generar el estrés, los problemas depresivos también llevan a un aumento excesivo de peso. Como explica Alfonso Méndez, psicólogo y director de la Unidad de Obesidad y Sobrepeso del Instituto CENTTA, "una persona con depresión puede tener la autoestima dañada y refugiarse en la comida y la falta de actividad". De este modo, gana más peso, su autoestima se ve más afectada y se produce un círculo vicioso.

¿Cómo puede ayudar un psicólogo en el exceso de peso?

Como es lógico, seguir una buena dieta y practicar ejercicio físico es la mejor manera de reducir peso. Pero, se tengan o no problemas de depresión o ansiedad, muchas personas abandonan el régimen antes de llegar a su peso adecuado. "Si se acude al psicólogo, es menos probable que se deje la dieta", asegura Méndez.
Por otro lado, hay personas que tienen expectativas poco realistas al inicio de un régimen. Quieren perder mucho peso o lo quieren perder demasiado rápido. Como apunta Amigo, "suele haber una gran discrepancia entre lo deseado y lo posible. Si se lleva a cabo una restricción alimentaria severa, enseguida surgirán problemas como el quebrantamiento de la dieta o su abandono". Por ese motivo, Alberto Soler, psicólogo experto en psicoterapia, recomienda no acudir nunca a las dietas milagro. "Cualquier régimen que promete una rápida pérdida de peso, por norma general, implica una rápida recuperación del mismo", señala.

En el resultado final influye mucho el nivel de motivación y el compromiso del paciente a lo largo del tratamiento

A lo largo del tratamiento, el psicólogo realiza educación nutricional, se trabajan áreas como el control del estrés y la ansiedad y se facilitan estrategias para el manejo de los pensamientos negativos. Todo ello con el objetivo de que la persona aprenda a gestionar sus emociones de otra manera y no se dé atracones ni consuma alimentos poco saludables y muy calóricos.
Además, cuando se finalice la dieta, es necesario mantener unos hábitos alimentarios adecuados. Para que esas costumbres se consoliden, Amigo aconseja "no prohibirse aquellos alimentos que más gustan, aunque sean muy calóricos. Es mejor moderar la cantidad que prohibir, ya que eso solo contribuiría a fortalecer el efecto contrario", es decir, convertiría el alimento en algo mucho más deseable.
Muchos de los pacientes que acuden a terapia psicológica logran los objetivos que se marcan al inicio del tratamiento. No obstante, en el resultado final influye mucho el nivel de motivación y el compromiso del paciente. Y, como asegura Soler, "los casos en los que el paciente presenta sobrepeso u obesidad moderada tienen mejor pronóstico que aquellos con grandes obesidades".

La ansiedad y la grasa abdominal


El estrés, y la ansiedad que lo acompaña, es uno de los principales factores para ganar peso. Y, además, favorece la obesidad más perjudicial, ya que el cortisol activa los receptores de la grasa del abdomen y el vientre, por lo que la grasa se acumula en esa zona. El problema es que el exceso de grasa abdominal aumenta de forma clara el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

JOSÉ A. RODRÍGUEZ



jueves, 19 de septiembre de 2013

Cáncer de endometrio: ¿cuál es el papel de la alimentación?

 No fumar, mantener un peso normal, seguir una dieta saludable y tener un alto nivel de actividad física pueden prevenir más del 40% de los casos de cáncer de endometrio



 La dieta no puede curar un cáncer una vez instaurado, pero sí puede prevenir la aparición de diversos tumores, como el de mama. Nuevos datos apuntan que otro cáncer muy habitual en las mujeres, el de endometrio, guarda relación con la nutrición, aunque también con la actividad física. Se trata de una dolencia muchísimo más común en países con altos ingresos, lo que lleva a pensar que quizá haya factores del estilo de vida implicados en su desarrollo. Por ello, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, en sus siglas en inglés) y el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR) han llevado a cabo una extensa revisión de la literatura científica disponible al respecto. Las principales conclusiones del informe de estas dos organizaciones (cuyo objetivo principal es que población sea consciente de la importancia de los hábitos de salud) se exponen en el presente texto.

Algunos datos relevantes sobre el cáncer de endometrio

El cáncer de endometrio (la mucosa que recubre el interior del útero) es el cuarto tumor más común en mujeres. Suele afectar a mujeres posmenopáusicas y, por lo general, se diagnostica a partir de los 50 años. Por suerte se trata de un tipo de cáncer con un buen pronóstico en países desarrollados, tal y como reflejan las altas tasas de supervivencia de quienes lo padecen en estos países. Ello se debe al diagnóstico precoz, que se acompaña de un tratamiento cuya implementación no se demora. Sin embargo, esta ventaja se contrarresta, en parte, por el hecho de que en los países desarrollados muchas más mujeres no tienen hijos: el informe del WCRF/AICR detalla que no tener hijos incrementa el riesgo de sufrir este tipo de cáncer.

Exceso de peso y cáncer de endometrio: relación convincente

Los investigadores evaluaron diferentes aspectos relacionados con la nutrición y la actividad física que pueden influir sobre el riesgo de sufrir cáncer de endometrio. De todos ellos, el único que fue clasificado como "convincente" fue el exceso de peso. En cualquier caso, otros tres factores muestran una relación "probable" con este tumor: la actividad física, una dieta con una alta carga glucémica y el café, como se amplía más adelante.
El incremento del riesgo asociado al exceso de peso (que se observa tanto si se tiene en cuenta el Índice de Masa Corporal -IMC-, el perímetro abdominal o la ganancia de peso en la edad adulta) se cree que se debe a que el cuerpo segrega una serie de sustancias que pueden promover el crecimiento de las células cancerígenas, tales como hormonas, factores proinflamatorios y factores de crecimiento.

Actividad física contra el cáncer de endometrio

La actividad física puede reducir las posibilidades de sufrir este tipo de cáncer. Los beneficios de la actividad física en la prevención del cáncer de endometrio pueden atribuirse a diversos factores, uno de los cuales es que quien hace mucho ejercicio físico tiene menos posibilidades de sufrir obesidad. La buena noticia es que cualquier tipo de actividad física resulta beneficiosa para prevenir este tumor. Así, mientras realizamos las tareas del hogar, caminamos, vamos en bicicleta o si desempeñamos un trabajo activo, disminuimos las posibilidades de tener un cáncer de endometrio.
Una infografía del WCRF/AICR detalla que hasta cuatro de cada diez casos de cáncer de endometrio se pueden prevenir si se mantiene un peso saludable y se sigue un estilo de vida activo (con un mínimo de 30 minutos de actividad física cada día). A ello habría que añadir el efecto del tabaquismo (que incrementa el riesgo de forma clara) y el de la alimentación.

Cáncer de endometrio: alimentación para prevenirlo

Como una alimentación saludable disminuye el riesgo de sufrir obesidad, se puede concluir que protege de forma indirecta del cáncer de endometrio. En cualquier caso, de los diversos factores dietéticos aislados analizados por el WCRF/AICR, solo mostraron una relación "probable" la carga glucémica y el café. Por una parte, los estudios revelan que quien toma café presenta menos riesgo de padecer la enfermedad. No obstante, el WCRF/AICR considera que no existe suficiente información como para recomendar el consumo de café como medida de protección.
Por otra parte, la carga glucémica aumenta el riesgo de sufrir esta dolencia. La carga glucémica es una medida que indica la cantidad de glucosa disponible para utilizar o almacenar tras la ingesta de un alimento que contenga carbohidratos. Así, una dieta con una alta carga glucémica se traducirá en altas cargas de glucosa sanguínea que, si no es utilizada, se almacenará. Ello aumenta, además, nuestros niveles de ciertas sustancias que estimulan la división de las células cancerígenas o que incrementan la oxidación celular.
En cualquier caso, el panel de expertos que ha elaborado el informe apunta que la evidencia que relaciona la carga glucémica con el cáncer de endometrio proviene de países desarrollados, en los que una gran proporción de los carbohidratos consumidos provienen de alimentos ricos en azúcares (como los refrescos) o de alimentos muy procesados. Para reducir el riesgo, hay que disminuir al máximo nuestra ingesta de tales alimentos. Por otra parte, no se observó relación entre el cáncer de endometrio y otros factores analizados, como el índice glucémico, la ingesta de té, soja o de carne roja o el consumo de multivitamínicos.

JULIO BASULTO


miércoles, 28 de agosto de 2013

Quema-grasas: no funcionan


Los "quema-grasas" que se comercializan para perder peso son ineficaces y pueden resultar peligrosos para la salud

"Así como el zumo de limón elimina la grasa de sus platos [muy poco, por cierto, por eso usamos detergentes], nuestro compuesto a base de limón fulminará la grasa de su abdomen y le conducirá a su peso ideal". Planteamientos similares a este acompañan a los mal llamados "quema-grasas". Tales argumentos, que suelen decorarse con tecnicismos como "metabolismo", "termogénesis" o "insulina", son tan falaces y absurdos como sugerir que comer muchas aves nos permitirá volar con la majestuosa cadencia de una gaviota. Pese a que la legislación es bien explícita a la hora de prohibir semejantes barbaridades, ello no impide que año tras año aparezcan en distintos medios falsas promesas para que adelgacemos con carísimas píldoras, siempre "naturales", siempre inútiles y no siempre exentas de efectos adversos (algunos, graves). En el presente texto se explica por qué ningún quema-grasa funciona, cuáles son los riesgos de usarlos y se aborda el caso particular del "glucomanano".

Ningún quema-grasa funciona

No hay más que decir. Por más que legiones de falsos gurús (que suelen depender de las ventas de los "complementos adelgazantes") quieran convencernos de que adelgazaremos con salvado de avena, vinagre de sidra, chitosán, hierbas chinas o con cualquier otro complemento o extracto "natural", lo cierto es que ni es útil ni recomendable confiar en dichas sustancias para perder peso con éxito. ¿Qué significa "perder peso con éxito"? Para el GREP-AEDN, tal y como detalló en diciembre de 2012 en su documento '¿Cómo identificar un producto, un método o una dieta "milagro"?', una pérdida exitosa de peso es aquella que:
  • no produce una rápida pérdida de peso (porque genera el llamado "efecto yoyó").
  • hace que se pierda grasa y no masa muscular.
  • consigue que la pérdida se mantenga con el paso de los años.
  • evita que el paciente aprenda conceptos erróneos acerca de la alimentación y sí integre, en cambio, unos hábitos de alimentación adecuados.
  • mejora la salud y la calidad de vida.
  • no tiene efectos secundarios adversos.
Con respecto a este último punto, cabe decir que los efectos secundarios de los medicamentos solo se permiten si son leves y, sobre todo, si el tratamiento funciona para lo que está indicado. ¿Funcionan los "quema-grasas" para adelgazar? La máxima autoridad europea en materia de alimentación, la EFSA, no ha aprobado ninguna declaración de salud para ningún alimento o complemento con respecto a una supuesta capacidad para eliminar de forma específica la grasa corporal. Es decir, dichas declaraciones de salud son ilegales. Capítulo aparte merece el caso del glucomanano.

El caso del glucomanano

El glucomanano es un aditivo alimentario que proviene de las raíces tuberosas de la planta konjac (Amorphophallus konjac) y que no se produce de forma natural en los alimentos, según la EFSA. Se usa como emulsionante y espesante, pero también se vende en forma de complementos. La EFSA autorizó en 2010 la siguiente declaración de salud: "El glucomanano, en el contexto de una dieta restringida en energía, contribuye a la pérdida de peso". La declaración solo puede acompañar a alimentos que contengan un gramo de glucomanano por porción, siempre que se avise al consumidor de que el beneficio se obtiene con una ingesta diaria de tres gramos de glucomanano en tres dosis, tomadas antes de las comidas junto con 1-2 vasos de agua, en el contexto de una dieta hipocalórica y en adultos con un verdadero exceso de peso. Su efecto no sería "quema-grasas" sino que, dado que el glucomanano es un tipo de fibra dietética no digerible en el intestino delgado, ejercería un efecto de saciedad y reduciría la ingesta de energía.
Sin embargo, la EFSA, en su dictamen de 2010, indicó algo importante: que los estudios en los que basó su postura eran a corto plazo, es decir, ninguna investigación había valorado el efecto del glucomanano en la pérdida de peso más allá de los tres meses. Es por ello que conviene tener en cuenta una investigación publicada en febrero de 2011 en la revista Obesity (Silver Spring), titulada: 'Suplementos alimenticios para la pérdida de peso: revisión sistemática de las revisiones sistemáticas'. El trabajo evaluó el papel del glucomanano y no halló que presentara eficacia terapéutica. Concluyó que no hay evidencias plausibles que justifiquen que dicha sustancia produzca pérdidas de peso relevantes desde un punto de vista clínico.

Los riesgos de usar quema-grasas para adelgazar

Uno de los mayores expertos mundiales en el ámbito de la investigación científica, el profesor Edzard Ernst (quien tiene centenares de publicaciones a sus espaldas) concluyó en marzo de este mismo año lo siguiente: "Las ayudas alternativas para adelgazar son fraudulentas". Lo afirmó tras coordinar durante años, y mediante estrictos métodos científicos, investigaciones sobre una larga lista de ayudas alternativas para adelgazar.
Así, si los complementos "alternativos" para adelgazar no cumplen su objetivo, cualquier efecto adverso está del todo injustificado. ¿Cuáles son esos riesgos? El Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM), en julio de 2013, advirtió que los "quema-grasas" o similares, además de ineficaces, pueden estar "contaminados con ingredientes de medicamentos". Esto último fue analizado con detalle por la dietista-nutricionista María Manera en este texto, que escribió en 2009 para EROSKI CONSUMER.
El NCCAM, en cualquier caso, añade que estos productos pueden "tener efectos secundarios dañinos". Encontramos un ejemplo en una revisión de la literatura publicada por Yellapu y colaboradores, que incluyó al fallo hepático agudo como uno de los posibles efectos secundarios de los "quema-grasas". Los riesgos, sin embargo, no acaban en el hígado, ya que se extienden al intestino, al corazón, al cerebro y un largo etcétera de órganos y sistemas corporales.
No vale la pena, en suma, depositar esperanzas en complementos o "ayuditas" que cuestan un dineral y pueden deteriorar nuestra salud. Para perder peso, en caso de estar indicado, hay que ir en primer lugar al médico, para que valore nuestro estado general y determine, entre otros aspectos, si necesitamos bajar de peso. En segundo lugar deberíamos acudir al dietista-nutricionista, ya que es el profesional sanitario capacitado e indicado para orientarnos con respecto a la pérdida de peso. No se debe descartar la posibilidad de recurrir a un psicoterapeuta. El éxito del tratamiento consiste en modificar la conducta alimentaria y eso puede ser algo complejo, ya que se mezclan múltiples aspectos psicológicos. Todo ello sin olvidar que, tal y como apuntan los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, "el peso saludable no es una dieta, es un estilo de vida".

JULIO BASULTO



miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Existe una dieta para curar el cáncer?


Una dieta saludable puede ayudar a prevenir el cáncer, pero en ningún caso puede curarlo

Una alimentación saludable puede prevenir muchas enfermedades crónicas, incluido el cáncer, pero, en el caso de este último, no es capaz de curarlo. Esto es clave: prevenir y curar no es lo mismo. Para entenderlo, basta una analogía: aunque podemos prevenir el mal olor corporal con un desodorante, para "tratarlo" recurrimos a una ducha con jabón. Y en el caso de la salud es igual: así como la caries dental se puede prevenir con una correcta selección de alimentos, aunque solo se cura en el sillón del dentista, el cáncer se puede prevenir con una dieta sana, pero la manera de curarlo es con la ayuda de un oncólogo. ¿Por qué es importante resaltar esta diferencia? Porque hoy todavía hay falsos gurús, que diseminan la errónea creencia de que una dieta puede curar el cáncer, y personas de buena fe que, en su afán por curarse, les creen. El siguiente artículo explica por qué la dieta no hace milagros y cuáles son los seis principales riesgos de creer en ellos para hacer frente a una enfermedad de gran envergadura como el cáncer.

Curar el cáncer: la dieta no hace magia ni milagros

Una buena dieta puede aportar innumerables beneficios para la salud, pero no es una "piedra filosofal": no convierte metales en oro ni permite sanar cualquier enfermedad. No obstante, en la actualidad abundan los falsos gurús, las publicaciones, las páginas web o los folletos que sostienen lo contrario, sin fundamento científico alguno, con el peligro que ello conlleva.
Las personas con cáncer harán lo que sea para combatir la enfermedad, algo del todo lógico. Y hay quien se aprovechará de la vulnerabilidad de estos pacientes, para hacerles creer que la alimentación es importante para la salud hasta el punto de ser capaz de revertir su dolencia, tal y como explica el periodista Luis Alfonso Gámez.
En este sentido, un estudio desvela que las "terapias dietéticas" figuran entre los tratamientos alternativos más utilizados por los enfermos de cáncer. También está entre los más recomendados por la llamada "medicina alternativa". En otra investigación, el 90% de las tiendas de alimentación saludable aconsejó terapias alternativas para el cáncer de mama; el 50% propuso vitaminas antioxidantes y selenio; y el 25% sugirió una combinación de hierbas chinas.

Ni la alimentación ni las terapias alternativas son útiles para curar el cáncer o lograr su remisión

Sea como fuere, de entre los tratamientos para curar el cáncer que recomienda cualquier entidad médica reputada, no se incluye en absoluto la alimentación. Desde Estados Unidos, el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM), una de las máximas autoridades científicas en el campo de los enfoques alternativos de las enfermedades, indica que ninguna de las terapias alternativas es útil para curar el cáncer o lograr su remisión. Eso incluye, según el NCCAM, a los "productos naturales", las "plantas medicinales", los suplementos dietéticos, y también a la acupuntura, el masaje o el yoga.
Pero no hace falta ir a América: en España, la prestigiosa Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) considera que la eficacia de los tratamientos alternativos no está demostrada e insiste en que "el hecho de que en muchas ocasiones se emplee el término 'natural' para describir productos o terapias complementarias y alternativas no significa que sean inocuas, es decir, que no hagan daño", una postura que comparte con el National Cancer Institute de Estados Unidos.
La AECC cita como ejemplo los productos de herboristería o suplementos dietéticos, que pueden interactuar con los medicamentos que tratan el cáncer, además de generar efectos negativos para la salud. De hecho, analiza algunos productos, como la adelfa (laurel de flor), una serie de cepas bacterianas, el cartílago de tiburón, el noni, la miel, el té con canela, el propóleo, la caléndula e incluso el veneno del escorpión azul del Caribe. Su conclusión con respecto a dichas sustancias es siempre la misma: no son útiles ni recomendables. El Instituto Americano para la Investigación del Cáncer (AICR), uno de los más acreditados del mundo, llega a desaconsejar de forma explícita cualquier suplemento dietético para proteger del cáncer.
En cualquier caso, además de productos o sustancias como equinácea, lino, jengibre o cardo mariano (ineficaces para curar esta enfermedad), hoy es fácil dar con libros, páginas webs o "terapeutas alternativos" que aseguran que una dieta determinada puede frenar o incluso revertir un tumor ya instaurado. Ninguna evidencia científica creíble sustenta dicha hipótesis, haga referencia a una dieta macrobiótica, a una dieta vegetariana o a una dieta "ecológica", tal y como justifica el AICR en su página web. No extraña, por tanto, que la AECC se posicione "en contra" de la prescripción de cualquier práctica (como es el caso de una "dieta") que se publicite como tratamiento para el cáncer sin contar con evidencia científica que lo sustente y la aprobación de los órganos competentes del Ministerio de Sanidad. Y si lo hace, es porque dicha práctica no está exenta de riesgos.

Seis riesgos de creer que la alimentación cura el cáncer


Dar falsas y entusiastas esperanzas de curación a quien está sufriendo una gran carga emocional, como es el caso de un paciente con cáncer, es, además de antiético, contraproducente. Algunos de los posibles riesgos que sostienen la idea de que tratamiento del cáncer debe quedar en manos del oncólogo son los siguientes:
1.      Rechazar o postergar un tratamiento eficaz para el cáncer. Se produce, en muchas ocasiones, debido al miedo a los efectos secundarios que genera el tratamiento de esta enfermedad. No tiene sentido demorar una terapia que puede suponer la diferencia entre vivir o morir para aferrarse a una dieta que de ninguna manera curará el cáncer. La AECC se declara en contra "de los practicantes de medicina alternativa no probada científicamente que induzcan a los enfermos de cáncer a abandonar el tratamiento oncológico convencional sí probado por la ciencia".
2.      Generar una falsa sensación de seguridad. Cuando alguien cree que ciertos alimentos o complementos alimenticios son capaces de curar un cáncer, es posible que ello genere una cierta indulgencia con respecto a sus hábitos de salud. En una investigación se observó que tomar suplementos dietéticos se asocia a un incremento en el tabaquismo, debido a la errónea creencia de que tales suplementos protegen del cáncer.
3.      Fomentar un descrédito de la medicina tradicional. Muchos terapeutas alternativos aseguran que sus propuestas son más eficaces para curar el cáncer que las aconsejadas por los oncólogos. Nada más lejos de la realidad.
4.      Generar efectos adversos. Los consejos irresponsables en lo tocante a la salud (vengan en libros, páginas web, periódicos o en boca de un charlatán) no son un simple entretenimiento: pueden dañar a la salud. Por un lado, un análisis de los libros que promueven tratamientos alternativos para las enfermedades concluyó que pueden poner en riesgo la salud del lector. Por otro lado, los suplementos a base de plantas, muy utilizados como complemento de la "dieta curativa", pueden causar efectos adversos hepáticos, cardiovasculares o relacionados con el cáncer a causa de sus ingredientes o de un contaminante. Los productos dietéticos pueden incluso estar adulterados con sustancias peligrosas, según la Facultad de Medicina de Harvard.
5.      Interacciones indeseadas. La medicación anticancerosa puede interaccionar con los suplementos dietéticos, los complementos alimenticios o las "plantas medicinales" que suele incluir la "dieta" y ello puede tener consecuencias nefastas, según detallaron dos revisiones sistemáticas de la literatura publicadas en 2009 y 2012.
6.      Promover dietas desequilibradas. Si bien una buena dieta no cura el cáncer, una mala alimentación sí puede empeorar el pronóstico. Muchos de los cambios dietéticos se basan en "dietas milagro" que proponen cambios radicales de la alimentación, asociados a numerosos efectos adversos. Lo sensato es dejar que verdaderos profesionales de la dietética (dietistas-nutricionistas, mejor si tienen experiencia en tratar pacientes con cáncer) planifiquen la alimentación de un enfermo de cáncer, con unas características muy concretas, que deben adaptarse al estadio de la enfermedad.

JULIO BASULTO