La obesidad empeora la salud y predispone a enfermedades metabólicas y cardiovasculares, al mismo tiempo que eleva que el gasto sanitario
Más
de la mitad de los adultos de la Unión Europea sufre hoy sobrepeso u obesidad,
lo que indica que se ha multiplicado por tres el número de personas obesas en
los últimos 20 años. Para poner coto a los kilos de más, surgen nuevas ideas
imaginativas aunque controvertidas y no exentas de efectos perjudiciales como
dar puntos extra en las calificaciones escolares si se adelgaza o aplicar un
impuesto extra sobre los alimentos poco saludables. Premios y castigos para
intentar contener la obesidad, una epidemia del siglo XXI.
Los kilos de más cuestan dinero. Está
demostrado que las personas obesas tienen peor salud, con mayor predisposición
a padecer enfermedades metabólicas y cardiovasculares, entre otras. Por
este motivo, el gasto sanitario por atender a una persona obesa es tres veces
mayor que para la población con un peso adecuado. Por otra parte, el sobrepeso y la obesidad acortan la vida, con el
consiguiente coste social.
Obesidad: pagar más por comer demasiada grasa
No es fácil resistirse al "fast food" y a la comida
"basura". Rápido, más cómodo, más saciante y, según el paladar que se
tenga, más sabroso. Y también más económico ya que en algunos países, como los
EE.UU., el precio de una ensalada puede ser superior al de una pizza. Está
claro que esto no ayuda a seguir una dieta saludable. Sin embargo, cuando los
consejos de salud parecen insuficientes una nueva idea parece ponerse en
marcha: el establecimiento del "impuesto de las grasas", una medida
que intenta reducir su consumo a base de encarecer los productos.
El
"impuesto de las grasas" encarece los productos que pueden perjudicar
la salud, para pagar por adelantado los gastos médicos que se deriven
Podría verse como una autofinanciación de los propios problemas
de salud, algo así como lo que ocurre con los impuestos ligados al tabaco y el
alcohol. La idea es que si se consumen productos que pueden perjudicar la salud, hay que pagar por adelantado
los gastos médicos que de ello se deriven.
Dinamarca ha sido uno de los primeros países en aplicar un
recargo sobre los productos que contienen más de un 2,3% de grasas saturadas.
Esta medida, que reportará a las arcas públicas unos 188 millones de euros
anuales, ha sido criticada ya que se sospecha que es otra forma de impuesto encubierto. El hecho
de que estos ingresos no vayan a parar al presupuesto de sanidad sino a los presupuestos
generales justifica en parte esta sospecha.
Hungría es otro de los países que sigue la misma línea, e
intenta reducir sus cifras de obesidad a base de impuestos. Con esta medida
esperan recaudar unos 70 millones de euros anuales que, en este caso, irán a
los presupuestos de salud. En España, según el Ministerio de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, se destinan más de 2,5 millones de euros anuales a los
problemas ocasionados por la obesidad. De todas maneras, por el momento no
parece que esté prevista una medida fiscal de este tipo. Sin embargo, la nueva ley de seguridad alimentaria limita la venta de ciertos alimentos y
bebidas en las escuelas.
La obesidad y las contradicciones
La sociedad actual vive instalada en las contradicciones: en una
época en la que la delgadez se ha convertido en un icono de belleza, la obesidad es uno de los principales problemas de
salud en los países occidentales. Probablemente, el dinero y el esfuerzo que se
invierte en estos países en productos dietéticos, cirugía y tratamientos
estéticos, seria suficiente para paliar las necesidades alimentarias en muchos
países en los que la desnutrición es
uno de los problemas de salud más acuciantes.
Más contradicciones: en la otra cara de la moneda están los trastornos alimentarios. La anorexia
se ha convertido en la tercera enfermedad crónica más frecuente entre
adolescentes, por detrás del asma y la obesidad. Por otra parte, la
obesidad infantil es un problema creciente que no es fácil de abordar. Sin ir
más lejos, España, donde uno de cada tres menores de 14 años tiene sobrepeso,
se ha convertido en el tercer país con mayores tasas de obesidad infantil.
CONTRA LA OBESIDAD, SENTIDO COMÚN
Los especialistas insisten en recuperar el sentido común:
se han olvidado cosas obvias como que los niños deben jugar al aire libre y aprender a comer verduras y frutas.
Un ejemplo de esta falta de sentido común lo protagoniza el creador de la
famosa y controvertida dieta
DUKAN, que propone como medida de lucha contra la obesidad que los niños que
adelgacen tengan una puntuación extra en los exámenes escolares. Esto se
aplicaría entre los estudiantes de secundaria, que podrían elegir esta opción
conocida como "peso ideal", gracias a la cual podrían obtener unos
puntos extra en sus calificaciones finales.
Según esta idea, los estudiantes con
sobrepeso al inicio del bachillerato de dos años recibirían este
"premio" si logran adelgazar durante ese período. Dukan ha formulado
esta propuesta a través de un texto llamado "carta abierta al futuro presidente,
que ha sido enviado a los aspirantes a la presidencia francesa, donde se
incluyen otras propuestas más razonables como la de crear un restaurante
francés de comida rápida que sea una alternativa saludable de "fast
food".
Aunque la intención sea buena, los
resultados pueden tener efectos
secundarios perversos. Los especialistas insisten que es fundamental
adoptar y mantener unos hábitos de alimentación equilibrados, y que algunas de
las dietas para perder peso pueden ser la puerta de entrada a la
anorexia.
Teresa Romanillos