La querencia
por sentirse mejor o prevenir enfermedades crónicas conduce a un consumo de
vitaminas, en ocasiones irracional, que puede ser peligroso
Primavera, astenia y suplementos
vitamínicos conforman el trípode en el que se sustenta el negocio de muchas
farmacias, parafarmacias y herbodietéticas. La sensación de cansancio,
agotamiento y malestar que acompaña a muchas personas durante el cambio
estacional les conduce a ser propensos a un uso de vitaminas y minerales, en ocasiones irracional,
para combatir la flojera. Por otra parte, el interés por sentirse mejor o por
prevenir enfermedades crónicas en años venideros anima a tomar vitaminas y
minerales sin medir ni los requerimientos ni el riesgo de un potencial exceso.
Hay constancia de que tomar demasiada
cantidad de determinados nutrientes, como las vitaminas liposolubles o ciertos
minerales, aunque se vendan sin receta y parezcan inofensivos, puede ser
contraproducente en ciertas situaciones de salud y para determinadas personas.
Si se fuma, no conviene tomar suplementos de betacaroteno sintético, aunque
tengan acción antioxidante, ni tampoco si la mujer está embarazada, aunque
pretenda ganar color en la piel porque acelera el bronceado. También puede ser
contraproducente tomar suplemento de vitamina D o calcio durante los meses de
verano, salvo indicación médica expresa.
El exceso de
vitaminas comporta un riesgo
El exceso de suplementos sintéticos de
vitaminas A, E, D y K, solubles en grasa, se puede acumular en los depósitos
grasos del organismo y generar toxicidad
Complemento a la dieta. Esa debe ser la
premisa con la que se usen las pastillas, cápsulas o píldoras de vitaminas y
minerales. Y siempre desde la seguridad de una necesidad real o la propuesta
por parte del nutricionista, el médico o el especialista sanitario tras haber
estudiado con detenimiento los síntomas que pueden derivarse de dichas
deficiencias.
Incluso algunas vitaminas y minerales, que
a priori parecen imprescindibles para la vida, y lo son, pueden provocar
toxicidad si se toman en exceso, si se combinan con ciertos medicamentos, según
la condición física y de enfermedad de quien los tome, o la situación
fisiológica que atraviese la persona.
Entre las vitaminas, las más problemáticas
son las liposolubles A, E, D y K, que por su condición de ser solubles en
grasa, se pueden acumular en los depósitos grasos del organismo y generar
toxicidad.
·
Betacaroteno y vitamina A sintéticos. Un consumo descontrolado de vitamina A y su precursor natural, el
betacaroteno sintético, puede provocar a largo plazo efectos dañinos en los
órganos que metabolizan la vitamina A, como el ojo y el hueso. Su uso se
generaliza, sobre todo, entre el público femenino y en los meses próximos al
verano para potenciar el bronceado. Aunque se ha evaluado la eficacia de la
ingesta de complementos de betacaroteno no natural en la protección solar
frente a las quemaduras con resultados muy interesantes, hay grupos
poblacionales de riesgo a los que no les conviene tomarlas. La ingesta extra es
para la salud de las personas fumadoras, y su consumo en cantidades elevadas
durante el embarazo se asocia a un mayor riesgo de malformaciones fetales. Las
autoridades sanitarias advierten a las mujeres embarazadas que no consuman más
de 3.000 microgramos/día (American Pediatric Association) o 3.300 microgramos/día
(Departamento de Salud de Reino Unido).
·
Vitamina E. En los meses venideros, en farmacias, parafarmacias y tiendas de
herbodietética resurgirá la presencia de ampollas y cápsulas de vitamina E
antioxidante con efecto de protector
solar. Sin embargo, está todavía por demostrar si la ingesta oral de esta
vitamina se asocia a una mayor concentración en la piel, para demostrar una
fotoprotección activa, segura y eficaz.
·
Vitamina D y calcio. Un consumo elevado y mantenido de vitamina D activa (colecalciferol) puede provocar
efectos serios por la elevación plasmática de calcio, con consecuencias severas
como elevación de la tensión arterial, calcinosis o calcificación de tejidos
blandos como riñones, pulmones o endurecimiento de las paredes arteriales. Al
ser la vitamina D fabricada por el propio cuerpo gracias a la acción sobre la
piel de los rayos solares, es prudente no tomar complementos de vitamina D
durante los meses de verano, cuando hay mayor exposición al sol, salvo
indicación médica expresa.
FOLATOS Y VITAMINA B12: EN EQUILIBRIO
Los
complementos de folatos, usuales
entre las mujeres embarazadas, al menos durante el primer trimestre, pueden
enmascarar una anemia megaloblástica por déficit de vitamina B12. La tendencia
en la recomendación médica actual para las embarazadas pasa por tomar un
complemento combinado que porte la cantidad diaria recomendada de ácido fólico
y vitamina B12, e incluso, yodo. La población anciana también es un grupo de
riesgo de déficit de B12, como
resultado de la gastritis atrófica propia del envejecimiento, que se puede
agravar si solo se toman suplementos de folatos.
MAITE ZUDAIRE
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