Un estudio revela la capacidad del cobre para eliminar cepas de E.coli en alimentos, así como virus y hongos
Una sustancia antimicrobiana es aquella que tiene capacidad para
acabar con bacterias, hongos o virus. Las investigaciones realizadas en este
campo han hallado en el cobre esta particularidad, en concreto sobre la
bacteria E. Coli, Campylobacter
jejuni, Listeria monocytogenes y Salmonella enteriditis. El cobre
es capaz de inactivar estos patógenos de forma rápida a temperaturas de
refrigeración (4ºC) y ambientales (20ºC) gracias a sus propiedades químicas. La
efectividad depende de condiciones como la humedad, la concentración de iones
de cobre y del tipo de microorganismo con el que entra en contacto.
El cobre se
ha utilizado desde hace años en varias aplicaciones de procesado de alimentos
como el destilado de cerveza o de licores. En numerosos estudios, se ha
demostrado que este metal tiene capacidad para inactivar microorganismos
patógenos gracias a sus particularidades antimicrobianas. Según datos de la
Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA), que en 2008 certificaba
al cobre como primer metal bactericida, las superficies de cobre o bronce
pueden llegar a inactivar más del 99,9% de las "bacterias en las primeras
dos horas de exposición". Tras varias pruebas con el cobre, la agencia
estadounidense encargada de proteger la salud de las personas y el medio
ambiente, definía el metal como el único con "propiedades benéficas en la
prevención de agentes patógenos ".
Inactivar patógenos con cobre
Prueba del dato de la EPA son los
resultados de un estudio realizado por expertos microbiólogos de la Universidad
de Southampton, en el Reino Unido, según el cual ciertas bacterias de E.coli,
como la que se detectó en Alemania hace
unos meses, y que los expertos calificaron como poco común (la O104:H4) mueren
cuatro horas después de estar en contacto con el cobre a temperatura ambiente
(unos 20ºC).
El cobre es
capaz de "asfixiar" los gérmenes e inactivarlos
En el acero inoxidable, sin embargo,
este patógeno aún persistía a los 34 días de la exposición. A menor temperatura
(unos 4ºC), la inactivación y eliminación con el cobre se producen a las cuatro
horas, mientras que con el acero inoxidable, a temperaturas de refrigeración,
el patógeno persiste incluso varios meses.
Si se combina el cobre con otros
metales como níquel o plata, la capacidad antimicrobiana del metal se extiende
a bacterias como Listeria monocytogenes, Salmonella
enterica y Campylobacter
jejuni y las elimina
al cabo de unas 70 horas, según el estudio británico, que admite además que el
cobre tiene la capacidad de inactivar estos microorganismos patógenos tanto a
temperatura ambiente como de refrigeración. Esta particularidad se explica
porque es capaz de "asfixiar" los gérmenes y, por tanto, frenar su
actividad.
Efecto sobre las bacterias
En muchas ocasiones, las superficies
de acero inxidable y aluminio que entran en contacto con
alimentos pueden parecer limpias a simple vista, pero en realidad no lo están y
pueden esconder patógenos. De ahí la importancia de limpiar y desinfectar
superficies y utensilios que vayan a utilizarse para manipular alimentos. No
pasa lo mismo con superficies que contienen más de un 65% de cobre, ya que son
capaces de desactivar el 99% de las bacterias en unas dos horas, según datos
del Centro Español de Información del Cobre (CEDIC).
Cuando la superficie de cobre entra
en contacto con un patógeno, la membrana externa de la bacteria se rompe, esta
pierde nutrientes necesarios para vivir y, en consecuencia, se produce un
debilitamiento general que acaba con la destrucción final. El cobre impide que
se produzcan las reacciones bioquímicas necesarias para que una bacteria
sobreviva, es decir, no puede "respirar, ni comer ni crear energía".
COBRE Y ACUICULTURA
La acuicultura y, en concreto, la producción de
salmones, ya se aprovecha de las particularidades antimicrobianas del cobre. La
industria acuícola ha aprovechado estos efectos para fabricar jaulas para la
cría de salmones en cautividad. Según informa el CEDIC, este metal permite la
cría de peces en cautividad sin necesidad de emplear antibióticos y sin
parásitos. La fabricación de redes de cobre posibilita que, mientras dura la
cría (unos 18 meses), no se infectan las jaulas con parásitos y, por tanto,
tampoco es necesario cambiarlas durante el proceso de producción. Además, los
expertos aseguran que este material es más resistente a la corrosión provocada
por el agua del mar, lo que se traduce en menos costes de mantenimiento y sustitución.
A diferencia
de otros materiales utilizados para la fabricación de jaulas, el cobre, además
de resistente a la corrosión, actúa como una especie de antibiótico para los
peces y evita que microorganismos como bacterias o virus se incrusten en su superficie,
pase a los peces y los infecte.
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