sábado, 23 de noviembre de 2013

Cinco hábitos dietéticos que predisponen a la diabetes


La diabetes tipo 2 va en aumento y afecta ya a más de 255 millones de personas, aunque el 90% de los casos podría evitarse con un estilo de vida saludable

Hay quien compara a la diabetes tipo 2, o diabetes "del adulto", con un tsunami. Es una patología rara en niños (aunque cada vez es más frecuente, debido a las elevadas tasas de obesidad infantil), a diferencia de la tipo 1, que suele presentarse en la infancia. En la primera, el cuerpo no aprovecha bien la glucosa de los alimentos y eso se traduce en que los niveles de glucosa de la sangre están demasiado elevados, algo muy arriesgado para la salud a largo plazo. Las cifras de esta enfermedad, en claro aumento, no dejan lugar a dudas: es una epidemia. Es una patología que afecta, a nivel mundial, a más de 255 millones de personas. Dado que supone la cuarta causa de muerte en los países desarrollados vale la pena evitar a toda costa los hábitos que incrementen el riesgo de padecerla. El presente texto se centra en los hábitos dietéticos que pueden promover su aparición.

Diabetes: cinco hábitos para revisar

Más de 300 millones de personas padecen diabetes en la actualidad. De ellas, el 85% presentan la llamada "diabetes del adulto" o diabetes tipo 2. Y los pronósticos no son halagüeños: se estima que en 2025 se sumarán a esta lista 33 millones de personas más, y que del 30% al 40% de los europeos padeceremos diabetes a lo largo de nuestra vida, según la Sociedad Europea de Cardiología. Razones todas para revisar nuestros hábitos dietéticos y modificar aquellos que predisponen a padecerla.

      Tomar a menudo bebidas azucaradas. Los mal llamados "refrescos" incrementan el riesgo de diabetes. "Mal llamados" porque es una denominación con una connotación positiva, que puede dar a entender que su consumo no solo es inocuo, sino que tienen una capacidad de refrigerar nuestro cuerpo superior a la de la barata y saludable agua fría. El estudio más reciente que relaciona la diabetes tipo 2 con el consumo de bebidas azucaradas se publicó en abril de 2013 en la revista 'Diabetología'. Se constató que tomar el equivalente a una lata de refresco al día puede aumentar un 22% el riesgo de padecer diabetes tipo 2. La investigación evaluó ocho cohortes europeas (350.000 participantes) que participan en el Estudio Prospectivo Europeo sobre Cáncer y Nutrición (EPIC). La doctora Dora Romaguera, una de las responsables del estudio, realizó unas contundentes afirmaciones para Diario Médico: "Teniendo en cuenta el aumento en el consumo de bebidas azucaradas en Europa, se deben enviar a la población mensajes claros sobre el efecto contra la salud de estos refrescos".

Beber zumos de forma habitual. Es bastante conocido que las bebidas azucaradas incrementan el riesgo de diversas patologías, como es el caso de la obesidad. No tan conocido, sin embargo, es que los zumos incrementan el riesgo de diabetes. Es lo que observó en agosto de 2013 un análisis de la dieta de 12.198 voluntarios, publicado en la revista British Medical Journal. Como era de esperar, el consumo de fruta entera disminuyó el riesgo de padecer diabetes, mientras que el consumo de zumos de fruta lo incrementó. En este artículo de EROSKI CONSUMER se detalla que no conviene tomar a menudo zumos de fruta, aunque sean caseros, ya que ello puede suponer (en función de la frecuencia y el volumen) asumir diversos riesgos para la salud a largo plazo, sobre todo en niños.

Consumir de forma frecuente carnes procesadas. Cada vez hay más pruebas de los riesgos del consumo habitual de carnes procesadas, tales como carne ahumada, curada, salada o a la que se han añadido conservantes. En este grupo entran el jamón, el tocino, las salchichas, el salami los "perritos calientes" y similares. Un estudio epidemiológico llevado a cabo en Francia, que siguió a 66.118 mujeres durante 14 años, observó una relación clara entre el consumo de cárnicos procesados y el riesgo de padecer diabetes. Una reciente investigación publicada en la revista American Journal of Epidemiologyn relaciona su ingesta con un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas. Así pues, no extraña que entidades de referencia como el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (WCRF, en su siglas en inglés) propongan "evitarlas". Para el WCRF está probado que evitar las carnes procesadas (además de no tomar más de 500 gramos de carnes rojas a la semana) disminuye el riesgo de una enfermedad tan grave como la diabetes: el cáncer de colon.

Basar la dieta en refinados. Un metaanálisis hecho público en octubre de 2013 (European Journal of Epidemiology) por investigadores del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Noruega observó un mayor riesgo de diabetes ante un mayor consumo de alimentos refinados, como el arroz blanco. Así, mientras que consumir alimentos integrales (pan integral, pasta integral, arroz integral, etc.) disminuye el riesgo, los refinados pueden aumentarlo. La conclusión de los autores es clara: "Nuestros resultados apoyan las recomendaciones de salud pública para reemplazar los granos refinados con granos enteros y sugieren que se deben consumir al menos dos raciones de granos integrales por día para reducir el riesgo de diabetes tipo 2".

 Acudir con frecuencia a los 'fast-food'. El más reciente consenso español de prevención y tratamiento de la obesidad señaló que "el consumo de fast food de forma habitual (más de una vez a la semana) puede contribuir al incremento de la ingestión energética y a la ganancia de peso y obesidad". Por ello aconsejó "limitar el consumo habitual (frecuencia de más de una vez a la semana) de fast food", o comida rápida. La ganancia de peso es uno de los principales determinantes del riesgo de diabetes, tal y como mostró una rigurosa investigación publicada en Diabetes Research and Clinical Practice en septiembre de 2010.

Prevenir la diabetes: ¡mejorar el estilo de vida!


El estilo de vida, del que forma una parte importantísima la alimentación, desempeña un papel crucial en la prevención de la diabetes tipo 2, o diabetes "del adulto". Nueve de cada diez casos de diabetes son prevenibles, según el Departamento de Nutrición de la Universidad de Harvard, tal y como puede comprobarse en la edición de febrero de 2006 de la revista Public Health Nutrition.
Harvard considera que realizar actividad física de forma regular, no fumar, seguir una dieta sana e intentar mantener un peso saludable puede evitar el 90% de casos de diabetes tipo 2. Esto nos lleva al doctor Ben Goldacre, autor del recomendable libro 'Mala ciencia', quien, entrevistado por El País, respondió a la pregunta "¿cuál es el error médico más extendido?", con la siguiente frase: "No saber detectar si algo en tu estilo de vida te genera problemas. Se necesitan ideas muy sencillas que no se enseñan en los colegios. Esa es la tragedia".

JULIO BASULTO



martes, 5 de noviembre de 2013

La falacia de los antioxidantes


No hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad



Los antioxidantes presumen de aportar numerosos beneficios para la salud. Están presentes en diversas frutas y hortalizas, cuyo consumo está recomendado como base de una alimentación saludable. Acerca de esto, no hay dudas. Otra cosa son los suplementos antioxidantes que toma un porcentaje nada despreciable de la población. ¿Son también saludables? ¿Presentan los mismos beneficios o, por el contrario, entrañan riesgos? ¿Es correcto afirmar que un suplemento antioxidante ayuda a prevenir la mortalidad? En el presente texto se detalla por qué en septiembre y en octubre de 2013, dos prestigiosas entidades sanitarias de cardiología y oncología han advertido de la falta de beneficios claros y de los riesgos (algunos graves) de consumir de forma habitual suplementos de antioxidantes.

Antioxidantes: tras los pasos de la falacia en sandalias de piel

Una falacia es una trampa lógica; un razonamiento que a primera vista parece válido, pero en realidad no lo es. Dicho de manera sencilla, la "afirmación del consecuente" -así se la denomina- consiste en sacar conclusiones falsas o erróneas a partir de dos premisas verdaderas. Por ejemplo:
  • A: Las personas de la cuenca del Mediterráneo en 1950 solían llevar sandalias de piel (verdadero).
  • B: Dichas personas tenían menos riesgo cardiovascular que las americanas, que no acostumbraban a llevar tales sandalias (verdadero).
  • Calzarse sandalias de piel previene, por lo tanto, el infarto (falso).
Suena descabellado, claro, pero no difiere mucho de otros razonamientos similares, como el que concluye que tomar vino previene la mortalidad cardiovascular porque la alimentación de los países de la cuenca del Mediterráneo incluía vino en cantidades moderadas y en dichos países la mortalidad cardiovascular era menor. En el caso de los antioxidantes ocurre algo parecido. Las frutas y las hortalizas tienen antioxidantes, y consumir frutas y hortalizas previene la mortalidad (según la OMS, su baja ingesta ocasiona 1,7 millones de muertes anuales). Todo esto es cierto, así que resulta tentador afirmar que consumir sus antioxidantes dentro de una bonita cápsula prevendrá la mortalidad. Pero, ¿es así? ¿Tomar suplementos antioxidantes resulta saludable o es, en cambio, la consecuencia de una trampa lógica? Antes de esgrimir tales razonamientos (y, sobre todo, de llevarlos a la práctica) debemos estar seguros de que no estamos ante una falacia y recordar que la veracidad de las premisas de un razonamiento no garantiza la verdad de la conclusión.

Verdades contrastadas sobre el consumo de antioxidantes

Algunas falacias, como hemos visto, son más difíciles de detectar que otras. No todos los errores lógicos son obvios. Para evitar las zancadillas al razonamiento, se recurre a la llamada "medicina basada en pruebas" o "medicina basada en la evidencia", que se fundamenta en datos científicos contrastables y juiciosos, con el objetivo de que los tratamientos sanitarios no se basen en suposiciones o creencias falaces. Una de las más importantes (quizá la más importante) entidades de referencia en la medicina basada en la evidencia es la Colaboración Cochrane.
En marzo de 2012, su revista científica The Cochrane database of systematic reviews publicó un estudio titulado "Suplementos de antioxidantes para la prevención de la mortalidad en personas sanas y en pacientes con varias enfermedades". A semejante título, publicado en semejante revista, solo le faltaba el redoble de tambores que precede a un fusilamiento. Porque la conclusión de la investigación (revisión sistemática y meta-análisis), que escrutó toda la literatura científica sobre el tema (mucha), fue que no hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad. No solo eso, sino que los suplementos de vitamina A, de beta-carotenos (antioxidantes, que además son precursores de la vitamina A) y de vitamina E pueden incrementar el riesgo de morir de manera prematura.
Es un dato de una importancia capital porque, según los autores del estudio, alrededor del  personas) estaría consumiendo los suplementos evaluados. Es decir, muchas personas podrían estar muriendo de forma prematura a causa de una laxitud legislativa y una falta de control sanitario de los "suplementos naturales", tal y como detalló este artículo de EROSKI CONSUMER. La revisión Cochrane no se olvida de mencionar, en este sentido, que "los suplementos de antioxidantes no son sometidos a los mismos estudios rigurosos de toxicidad que otros agentes farmacéuticos".
Esta investigación entierra la vieja teoría de "los radicales libres y el envejecimiento", según la cual anular dichos radicales (moléculas inestables, generadas por el metabolismo de nuestras células) aumentaría la longevidad. Podría, de hecho, ocurrir incluso al revés, tal y como apuntaron en 2011 Ristow y Schmeissner. Los autores de la revisión Cochrane postulan una hipótesis para justificar sus observaciones: los suplementos de antioxidantes interfieren con mecanismos defensivos esenciales que nuestro cuerpo pone en marcha cuando tenemos una enfermedad en la que está implicado el estrés oxidativo: apoptosis, fagocitosis y desintoxicación. Afirman que "no comos capaces de concretar qué mecanismos bioquímicos específicos justifican los efectos perjudiciales", pero sí detallan que el aumento de la mortalidad es atribuible, sobre todo, a eventos cardiovasculares y cáncer.
Esto nos lleva a un par de textos recién publicados por dos entidades de referencia en medicina cardiovascular y medicina oncológica (relacionada con el cáncer). En septiembre y octubre de 2013, tanto la American Heart Association como el National Cancer Institute han desaconsejado la utilización de los suplementos de antioxidantes. Ambas organizaciones recomiendan basar la alimentación en alimentos de origen vegetal, sin recurrir a pastillas o cápsulas, por más naturales que sean. El porqué de los beneficios de dicha estrategia suscita interesantísimas discusiones científicas, aunque puede que sea porque se desplaza el consumo de alimentos superfluos, tal y como recoge un artículo, publicado en este mismo canal.
La revisión Cochrane no se olvida de mencionar que, debido a que solo se ha examinado la influencia de los suplementos de antioxidantes, sus hallazgos no deben aplicarse a los efectos potenciales de frutas y verduras. En otras palabras, no discute los beneficios de la dieta basada en alimentos de origen vegetal, sino que cuestiona los riesgos de "envasar" la alquimia de la naturaleza.

JULIO BASULTO / LAURA CAORSI