miércoles, 26 de octubre de 2011

CHOCOLATE NEGRO

El chocolate negro aporta beneficios cardiovasculares en cantidades moderadas, siempre que forme parte de una dieta sana y equilibrada y se realice ejercicio físico

Tomarse una onza de chocolate negro al día puede ser una dulce y placentera forma de cuidar el corazón. Diversos expertos lo han aconsejado en los últimos años. ¿Pero tiene esta recomendación una buena base científica? Una investigación sobre numerosos estudios relativos a los beneficios del cacao del chocolate no solo ha demostrado que sí la tiene, sino que ha aportado un dato destacado: previene en un 37% el riesgo de episodios cardiovasculares, una excusa perfecta para caer en la tentación.
Alegrar el pastillero, lleno de píldoras de distintos colores que consumen muchas personas con riesgo cardiovascular para prevenir los infartos y otras dolencias cardiacas, es posible con la más dulce pastilla que se pueda imaginar: una onza de chocolate al día. Esta placentera forma de prevención cardiovascular no solo es apta para pacientes con cardiopatía, sino para cualquier persona que quiera preservar la salud del corazón.
Aunque el alimento en sí no es milagroso, sino que funciona en el contexto de un estilo de vida saludable, se le pueden atribuir directamente algunas propiedades beneficiosas para el organismo.
Pero, ¿hasta qué punto tiene base científica esta recomendación dietética? ¿De verdad es tan cardiosaludable como se ha difundido en los últimos años? Una amplia investigación llevada a cabo por Oscar Franco, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), y que ha publicado "The British Medical Journal" (BMJ) ha hallado más de 4.576 referencias de estudios sobre el cacao del chocolate y sus potenciales beneficios sobre la salud, de los cuales ha analizado siete, que en total incluyen a 114.000 participantes.

El consumo de chocolate se asocia a una disminución de un 37% del riesgo de eventos cardiovasculares y de un 29% de ictus

Tras el análisis, ha constatado que el consumo de chocolate se asocia a una disminución de un 37% del riesgo de sufrir episodios cardiovasculares y a una reducción de un 29% del riesgo de ictus o accidentes cerebrovasculares (ACV). Estos resultados sobre los efectos cardiosaludables del cacao para el organismo confirman los de estudios anteriores, aunque los especialistas admiten que aún será necesario realizar otras investigaciones.

¿Por qué es beneficioso?


Se cree que los beneficios del chocolate y, en concreto, del cacao con el que se elabora, se deben a que este apetecible alimento contiene sustancias antioxidantes flavonoides, a las cuales se suponen distintos tipos de propiedades: efectos antihipertensivos, hipolipemiantes y antidiabéticos. La suma de todas estas características logra ese beneficio cardiovascular, para prevenir la cardiopatía isquémica (infartos agudos de miocardio y anginas de pecho) y los infartos cerebrales, según información de Petra Sanz, cardióloga del Hospital Fundación Alcorcón, de Madrid, y miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
"Mejora el control de los factores de riesgo cardiovascular que podrían hacer que enfermaran las arterias del corazón y del cerebro. Controla la arterioesclerosis, los niveles de colesterol y la hipertensión. De esta forma, se consigue que las arterias estén sanas y que rieguen mejor este órgano, ya que se daña por la progresiva obstrucción de estos vasos sanguíneos. Por lo tanto, el chocolate no causa un efecto directo sobre el corazón, sino sobre sus arterias", explica Sanz.
Esta cardióloga aconseja mantener la prevención a lo largo de toda la vida, desde la infancia, ya que la arterioesclerosis -obstrucción de las arterias- se inicia en la infancia, pero se manifiesta en la edad adulta.

CHOCOLATE NEGRO SÍ, PERO...

"El chocolate negro es beneficioso en cantidades moderadas, pero siempre que forme parte de una dieta cardiosaludable y equilibrada y que se realice ejercicio físico. No es una medida aislada para controlar la enfermedad cardiovascular o para prevenirla", aclara Petra Sanz. Es más beneficioso que el chocolate con leche, puesto que este último pierde sus características provechosas en el proceso de manufacturación. El producto que incorpora frutos secos, que en su mayoría contienen grasas poliinsaturadas -también buenas para el corazón- es otra opción para la salud cardiaca, añade Sanz.
No obstante, su consumo siempre debe ser moderado. La cardióloga española recuerda que tanto el chocolate como los frutos secos -si los lleva- engordan. "El problema de este alimento es su contenido muy alto en grasas, por lo que su consumo en exceso puede conducir a un aumento del peso corporal y la obesidad puede contrarrestar los efectos útiles", advierte Sanz, en consonancia con los autores del estudio publicado en BMJ, que afirman que debería reducirse el alto contenido de azúcar y grasas de los productos de chocolate.
En el mercado ya hay algunos casos, como el chocolate sin azúcar para diabéticos, que permite que estas personas puedan disfrutar de una dulce forma de prevenir las enfermedades cardiovasculares.

viernes, 21 de octubre de 2011

LA FRUCTOSA EN NUESTRA DIETA

El consumo elevado de productos endulzados con fructosa favorece los depósitos de grasa en el hígado y altera los lípidos sanguíneos

La fructosa es el azúcar natural más dulce. Se localiza de forma natural en las frutas y en el sirope de maíz, que en un 55% es fructosa y que se emplea sobre todo como ingrediente edulcorante en alimentos procesados (bebidas azucaradas, bollería, cereales del desayuno o galletas, entre otros). Hace unas décadas, la fructosa estaba presente en la dieta de forma muy minoritaria, ya que solo procedía del consumo de fruta y de algunas hortalizas. En Estados Unidos, a principios del siglo XX se consumía una media de 15 g/día de este azúcar. Hoy en día, esta cantidad se ha multiplicado por cuatro o cinco, debido a su omnipresencia en productos endulzados con fructosa. Algunos estudios indican que alrededor del 10% de la ingesta energética diaria proviene de la fructosa.

El daño hepático y coronario que causaría un consumo excesivo de fructosa se explica por la manera en que se metaboliza en el organismo, según ha publicado la Escuela de Medicina de Harvard. Las células del hígado son las únicas capaces de metabolizar la fructosa. Como consecuencia de este proceso, se sintetiza grasa, que se puede acumular en este órgano hasta llegar a formar el denominado "hígado graso no alcohólico". Se calcula que alrededor del 30% de los adultos de países ricos están afectados por este trastorno. Esta cifra alcanza entre el 70% y el 90% en personas que sufren obesidad o diabetes.
Esta enfermedad hepática puede discurrir sin síntomas ni complicaciones, aunque en ocasiones la grasa acumulada puede causar inflamación y fibrosis en dicho órgano y comprometer, en estados avanzados, su normal funcionamiento. La buena noticia es que el hígado graso no alcohólico, sobre todo en los estados iniciales, es reversible. La disminución del consumo de azúcares sencillos (azúcar de mesa, ya sea blanco o moreno, miel, pasteles, bollería o bebidas azucaradas, entre otros) y, en especial, de fructosa, sería beneficioso para la prevención de este trastorno y también para su tratamiento.


Efectos del exceso de fructosa

 

Cuando la ingesta de azúcares simples es alta, aumentan los triglicéridos y el colesterol malo

El metabolismo hepático de la fructosa tiene efectos más allá de los descritos. Hay evidencias que sugieren que seguir una dieta alta en azúcares simples, en especial de fructosa, provoca cambios poco saludables en los niveles de lípidos en sangre. Cuando la ingesta de estos azúcares es excesiva, algo habitual, aumentan los triglicéridos y el colesterol LDL (el "malo") en sangre. Pero esto no es todo, porque también facilita la acumulación de grasa alrededor de vísceras como el corazón e incrementa la presión arterial, razones que explican el aumento del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Estudios epidemiológicos recientes evidencian la relación entre ingestas elevadas de fructosa con una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades coronarias y de mortalidad por esta causa.


Recomendaciones dietéticas


A la espera de más estudios clínicos que diluciden las causas concretas de estos hallazgos, parece sensato recomendar una disminución del consumo de azúcares simples y, en especial, de fructosa. Eso sí, no a costa de fruta fresca, que aporta múltiples beneficios nutricionales y supone una fuente poco importante de fructosa. Conviene recordar que los alimentos que más contribuyen a su ingesta son los productos dulces procesados.
Los mismos consejos que da la Asociación Americana del Corazón para evitar la ganancia de peso corporal y la alteración de los perfiles lipídicos sanguíneos son válidos para proteger el hígado y las arterias de los daños de la fructosa: limitar las bebidas azucaradas, pasteles y bollería, postres dulces, galletas y la mayoría de cereales del desayuno, entre otros.


OTRAS CONSIDERACIONES

Es cierto que la fructosa goza de una respuesta glucémica pospandrial menor, es decir, en comparación con otros azúcares como la sacarosa o la glucosa, provoca un aumento de azúcar en sangre más moderado tras su consumo. Este hecho, que podría verse como una ventaja para las personas que padecen diabetes mellitus, no lo es en absoluto. Tanto la Asociación Americana de Diabetes como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) alertan de que ingestas elevadas de fructosa pueden conducir a complicaciones metabólicas como dislipemia, resistencia a la insulina y un aumento de las reservas de grasa en los órganos.
Por ello, conviene que las personas con esta enfermedad no abusen de productos etiquetados como "aptos para diabéticos" o "sin azúcar", ya que pueden contener fructosa en sustitución del azúcar común. La educación alimentaria del paciente con diabetes y el hábito de leer el etiquetado son las mejores armas para evitar consumir alimentos poco recomendables para estas personas.