martes, 27 de septiembre de 2011

Seguridad alimentaria.

Siete maneras de prevenir intoxicaciones alimentarias

 

Conocer los alimentos más sensibles a posibles contaminaciones y cuál es la manera de prevenirlas es clave para reducir los brotes de intoxicación alimentaria

Tener conciencia del riesgo que pueden suponer ciertos alimentos es clave para prevenir y evitar las intoxicaciones alimentarias. No todos son iguales, ni los peligros que los afectan son los mismos. Cada uno de ellos requiere condiciones específicas de manipulación y conservación, aunque en la mayoría de los casos las pautas de control y prevención coinciden: higiene, temperatura y prudencia.

Los alimentos en mal estado son los responsables de las enfermedades relacionadas con su consumo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades diarreicas transmitidas por los alimentos y el agua afectan a unos 2,2 millones de personas cada año. De ellas, 1,9 millones son niños. Esta amenaza a la seguridad alimentaria está considerada uno de los principales problemas de salud pública que deben abordarse para reducir el número de afectados. Para ello, es clave seguir siete pautas básicas, sencillas pero eficaces.

1. Comprar de forma adecuada. La seguridad alimentaria empieza en el momento de la compra. Al adquirir los alimentos, deben dejarse para el final los refrigerados y congelados, así como los productos perecederos. El tiempo que transcurre entre que se compran y se almacenan debe ser el más corto posible. Además, durante la compra, deberá prestarse especial atención al etiquetado, sobre todo a la información que se refiere a la fecha de caducidad


2. Lavar. Alimentos como la lechuga o las frutas tienen que lavarse siempre, incluso si se van a pelar. También pueden lavarse las ensaladas envasadas listas para consumir, ya que la manipulación adicional posterior puede introducir nuevos contaminantes. Debe tenerse en cuenta que incluso el más completo de los lavados no siempre elimina el riesgo. Pero los alimentos no son lo único que debe lavarse, sino que los utensilios y las manos deben limpiarse con frecuencia y a conciencia.


3. Separar alimentos crudos de los cocinados. La contaminación cruzada es una de las formas más fáciles de propagar bacterias entre alimentos. Para ello, nunca se deben descongelar los alimentos a temperatura ambiente, sino que se hará en el refrigerador para evitar el crecimiento de bacterias. Deberán utilizarse utensilios específicos para la carne cruda y otros para la cocinada, así como lavar el fregadero después de usar.


4. Evitar los huevos crudos. Este alimento está relacionado con una importante parte de intoxicaciones alimentarias, sobre todo ocasionadas por Salmonella. Por ello es fundamental evitar el consumo de este alimento crudo, así como extremar las precauciones en preparaciones como mayonesas u otras salsas que contengan huevo.


5. Controlar la temperatura. Las apariencias pueden engañar cuando se cocina carne cruda. Se deben cocinar bien alimentos como pechugas de pollo, filetes o hamburguesas. Las bacterias se multiplican de forma más rápida entre 10ºC y 60ºC. Por tanto, los alimentos han de mantenerse a estas temperaturas durante el menor tiempo posible.


6. En caso de duda, desechar los restos de comida. Pueden ser una fuente de bacterias transmitidas por los alimentos. La regla de oro es no dejar los restos a temperatura ambiente durante más de dos horas y congelarlos antes de los cuatro días. En ocasiones, puede ser que no se altere el olor o el sabor de un alimento contaminado.


7. Tener especial cuidado durante el embarazo. La seguridad alimentaria es aún más importante durante el embarazo, ya que algunos microorganismos patógenos pueden ser más violentos, como Listeria, que se localiza sobre todo en los quesos blandos y carnes frías.


Enfoque multidisciplinar


La información sobre los peligros de origen alimentario y la incidencia de las enfermedades transmitidas por alimentos son dos aspectos fundamentales para un mayor control. En un plano superior al del consumidor, en el que las autoridades sanitarias juegan un papel muy importante en el campo de la seguridad alimentaria, es necesario contar con estrategias y métodos innovadores para tipificar las distintas enfermedades y las posibles vías de contaminación de alimentos. Un sistema de vigilancia basado en realizar análisis en el laboratorio y dar un enfoque interdisciplinario ayuda a promover una mayor seguridad de los alimentos.


FORMACIÓN Y PREVENCIÓN

La epidemiología de las enfermedades transmitidas por los alimentos cambia con los años, ya que se desarrollan nuevos patógenos que se extienden por todas partes. La prevención de estas enfermedades tiene un carácter multidisciplinar: educación del consumidor y buenas prácticas de producción industrial. El primer caso ayuda a entender mejor los mecanismos de contaminación y transmisión de patógenos y, por tanto, facilita adoptar las medidas para interrumpirlas. Además, la formación del consumidor debe ayudarle a conocer los nuevos patógenos y las nuevas vías de transmisión. Hasta hace poco, los alimentos más implicados en brotes de origen alimentario eran la carne, las aves, los mariscos y la leche no pasteurizada. Con los años, esta lista se ha modificado y se han detectado nuevos riesgos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Seguridad alimentaria, fregaderos

Los fregaderos, zonas de riesgo higiénico en las cocinas

Los fregaderos de las cocinas son un elemento crítico, que debe elegirse con detenimiento para evitar que sea un foco de infección

Los fregaderos son una de las zonas de trabajo más relevantes de la cocina y no solo por el tiempo que se emplea en ellos, sobre todo para lavar, preparar y cortar alimentos, sino porque sus peculiares características los convierten en un punto de alto riesgo higiénico y sanitario. El hecho de ser una zona húmeda, sumado a la presencia de restos de alimentos, pone las bases para el rápido desarrollo de microorganismos. Si a estos dos factores se unen unas elevadas temperaturas, propias del verano, pero también habituales en muchas cocinas durante todo el año, el fregadero puede convertirse en una gran "placa de cultivo" que actúe como foco infeccioso y contamine el resto de la cocina y los alimentos que en ella se preparan. Por estas razones, es de gran interés valorar con detenimiento la elección del diseño, materiales y emplazamiento, ya que no solo condicionan su grado de riesgo, sino su futura limpieza y mantenimiento.

Cuando se elige un fregadero, es fundamental abordar en primer lugar su número, ya que lo más adecuado es colocar dos, si es posible, para separar las actividades de lavado de alimentos de la limpieza del utillaje y herramientas. En el caso de que se compartan ambas acciones, no debe simultanearse su uso y se ha de limpiar y desinfectar entre ellas. Dos fregaderos también son útiles para lavar estos enseres con soltura y utilizar una pileta para el lavado y la otra para el aclarado. Una zona de escurrido anexa o su accesorio es muy útil para dejar los utensilios fregados. Debe tenerse en cuenta que es preferible secarlos con un paño limpio y guardarlos libres de posibles fuentes de contaminación.
El fregadero también es el lugar para lavarse las manos antes de iniciar la actividad culinaria o siempre que sea necesario durante el transcurso de la misma. Todas estas recomendaciones son para la cocina doméstica, ya que en una cocina profesional es imprescindible diferenciar las instalaciones destinadas al lavado de alimentos, de los fregaderos de apoyo a la limpieza automática del equipo, herramientas y utensilios de cocina y de los lavamanos destinados a este fin. Los fregaderos estarán dotados de grifos con agua caliente y fría, accionados de manera no manual. Los lavamanos, siempre próximos a la zona de manipulación, deben contar con un dispensador de jabón o solución desinfectante autorizada, así como con un sistema de secado higiénico.

Fáciles de limpiar

 

Cada vez son más frecuentes los diseños circulares en los fregaderos porque son más fáciles de limpiar

Debe elegirse un lugar cercano a las zonas de trabajo (preparación y cocción), así como a las de almacenamiento, tanto de alimentos como de material, con espacio suficiente a ambos lados del fregadero. También se debe proteger la zona de colocación para evitar acumulaciones de agua y humedades. En las juntas o en las uniones de integración del fregadero en las encimeras, es recomendable utilizar un sellado con tratamiento antibacterias que proteja la zona, posible foco de infección, y evite el desarrollo de microorganismos. Es preferible cuidar su limpieza y desinfección, así como la de las uniones con los grifos y sus mandos.
En cuanto a las formas del fregadero, es conveniente optar por aquellas que eviten uniones o ángulos, potenciales puntos de desarrollo microbiano. Conviene que sean redondos o de una sola pieza, como es el caso de los fregaderos desarrollados en materiales derivados del cuarzo natural. Los diseños circulares se utilizan cada vez más, en disminución de los cuadrados, de manera que las curvas interiores sustituyen a las aristas, más difíciles de limpiar.

El material más adecuado


Los materiales deben ser de baja porosidad y resistencia al uso e higiene. Además de los clásicos de acero inoxidable, otros materiales cumplen estos requisitos, como los fregaderos de gres esmaltado, los de piedra natural, sobre todo mármol y granito, y los derivados del cuarzo.
Los fregaderos de acero inoxidable, bien de una o dos cubetas, son los más comunes en las cocinas por su buena relación calidad-precio. Los grosores del acero son cada vez mayores y algunos fabricantes ofertan dos tipos de acabados: pulido y texturado. Los primeros suponen un lustre impermeable a las manchas de agua y restos de cal fruto de numerosas operaciones de pulido durante el proceso de producción. Los texturados, por su parte, tienen unos ligeros relieves en su superficie que proporcionan una apariencia diferente y disminuyen la visión del rallado, uno de los puntos débiles de este material. Los más modernos incluyen esmaltados en color. Por su parte, los fregaderos de gres aportan un ambiente rústico y son muy duraderos.
Los fregaderos de piedra natural, como mármol, garantizan una larga duración, pero a un precio elevado. Una buena alternativa son los materiales derivados de ellas, como es el caso de los fabricados con cuarzo. Fabricantes de materiales derivados del cuarzo natural han desarrollado fregaderos de una sola pieza que se integran en las encimeras. En ellos no solo se consiguen las ventajas de estos componentes, que aúnan las características de la piedra natural con las virtudes de los nuevos materiales (baja porosidad, resistencia y durabilidad y un elevado grado de higiene y desinfección en el caso de llevar incorporado un tratamiento antibacterias), sino que se evitan las juntas de este tipo de elementos.

LIMPIEZA Y DESINFECCIÓN

La limpieza y desinfección del fregadero depende del material elegido. En los de acero inoxidable puede utilizarse un limpiador cremoso normal y un estropajo no metálico, ya que en caso contrario podría rallarlo y, además de afear su aspecto, disminuir su durabilidad. Se ha de secar con un paño una vez aclarado y retirar las bayetas y estropajos para evitar dejar marcas de agua y restos de cal. Si estas ya se han formado, debe tratarse primero con una solución de vinagre (al 25%) y dejar actuar unos minutos antes de aclarar.
Una de las ventajas de los fregaderos de cuarzo natural es lo fácil que resulta su mantenimiento y limpieza, ya que basta limpiarlo de forma habitual con un paño y un limpiador doméstico. Para limpiezas más profundas pueden utilizarse productos específicos para estos materiales (limpiadores de encimeras de aglomerado de cuarzo natural) o un limpiador en crema.
En lo relativo al mantenimiento general y para evitar atascos y tuberías lentas, no deben verterse por el fregadero restos de comidas, caldos o aceites. Debe utilizarse de forma periódica un limpiador de tuberías y seguir las indicaciones del fabricante. En el caso de un atasco, es recomendable actuar de forma inmediata e impedir que se estanque el agua con un producto más activo. Se ha de evitar también la obturación de los sumideros laterales antirrebosamiento por la acumulación de restos orgánicos o suciedad, así como el deterioro de tapones y cadenas de sujeción.
Debe prestarse especial atención a los accesorios de limpieza porque también necesitan mantenimiento. Se han de limpiar y desinfectar bayetas y estropajos después de su uso y sustituirlos en caso de deterioro o manchas persistentes. La mayoría de las bayetas puedan lavarse en la lavadora con agua caliente.

 

EN VACACIONES

Antes de cerrar la cocina por vacaciones es imprescindible limpiar y desinfectar el fregadero, retirar estropajos y bayetas húmedas. Es preferible dejar el tapón puesto, siempre y cuando el grifo no gotee, para evitar que entren malos olores por el sumidero, así como el acceso de posibles "intrusos" formadores de plagas. Cortar o no el agua depende más de la seguridad general de la casa que de la higiene. En cualquier caso, lo importante es que, al regresar, debe dejarse que corra durante unos minutos antes de utilizarla para renovar el agua que había quedado estancada.